viernes, 21 de julio de 2017

Francia deportó a miles de niños a los campos de concentración nazis



La Historia suele tener una característica: los autores nunca se ponen de acuerdo con las cifras. Esta premisa, sin embargo, no se cumple en el que fue uno de los actos más vergonzosos cometidos por la Francia del mariscal Philippe Pétain: la redada del Velódromo de Invierno sucedida el 16 y el 17 de julio de 1942. En ella, el mismo político que fue condenado tras la Segunda Guerra Mundial por colaborar abiertamente con la Alemania nazi hizo que los gendarmes galos arrestaran exactamente a 12.884 judíos afincados en el país. De ellos, 4.051 eran niños, 5.802 eran mujeres y 3.031 eran hombres.

Tras varios días de encierro en el recinto (y de pasar por varios «campos de tránsito» ubicados en las fronteras del país) la mayoría de ellos fueron trasladados hasta Auschwitz.

La redada del Velódromo de Invierno fue la cara más amarga de un país que, desde entonces, ha intentado excusarse ante el mundo exacerbando la imagen de «La Résistance» (el mítico grupo de combatientes que se enfrentó a Adolf Hitler y ayudó a los aliados a reconquistar París tras el Desembarco de Normandía). Por desgracia, aquel deplorable hecho fue el culmen de una extensa lista de políticas antisemitas que, tras la invasión germana, fueron instauradas por el gobierno colaboracionista francés. El cenit de un pueblo que aceptó de buen grado las exigencias de la Alemania nazi y cuyo triste legado ha sido ocultado durante décadas.

Al menos, hasta este año. Y es que, como ya empezó a hacer el presidente de la República Francesa Jacques Chirac en los años noventa, Emmanuel Macron ha señalado durante el 75 aniversario de este infame suceso la importancia que tiene para su país aceptar su pasado colaboracionista: «Es Francia la que organizó la redada y la deportación y, por tanto, la muerte de las 13.152 personas de confesión judía arrancadas de sus domicilios el 16 y el 17 de julio de 1942. No hubo un solo alemán que ayudase en la redada».

A su vez, el político ha hecho hincapié en la necesidad de admitir la pasividad de algunos ciudadanos ante la deplorable actuación del gobierno colaboracionista de Vichy. El mismo que fue establecido al sur de Francia después de que Adolf Hitler conquistara el país tras un mes de invasión. «Es muy cómodo ver en Vichy una monstruosidad venida de la nada. Nada de aquello nació con Vichy. Pero nada de aquello murió con Vichy», ha confesado estos días.