miércoles, 14 de agosto de 2013

El motín en el campo de exterminio de Treblinka, contado por un superviviente

Año 1943. En Treblinka la minoría de reclusos que habían escapado de las cámaras de gas sabían que sus días estaban contados. El trabajo del campo de exterminio nazi se acabaría pronto y los prisioneros temían que en ese momento los nazis les asesinarían. No tenían nada que perder si intentaban escapar.
Entonces, el grupo de resistencia que se había formado a comienzos de año comenzó a planear un levantamiento. Tenían unas pocas armas escondidas y el 2 de agosto intentaron apoderarse de otras en la armería. Pero fueron descubiertos. En un intento desesperado, cientos de reclusos asaltaron la entrada a Treblinka. Muchos perecieron por los disparos. Otros escaparon, pero la mayoría fue capturada y obligada a desmantelar el campo. Una vez finalizado el trabajo, fueron fusilados.
Chil Rajchman fue uno de los pocos que sobrevivió para contarlo. En sus escritos aparece el nerviosismo que reinaba en los momentos previos al levantamiento: «Han repartido el almuerzo. Todos tenemos hambre, como siempre, pero ninguno de nosotros es capaz de comer nada. Nadie pregunta si puede repetir la sopa. Decenas de compañeros ni tan siquiera tocan la comida».

«Muchos caen muertos»

Cuando el reloj dio las 3:30. «Escuchamos los dos disparos en el campamento 1. La señal de que la revuelta había comenzado». Entre llamas, disparos y soldados alemanes asesinados, el motín avanza. Aunque muchos caen entre ametralladoras y alambres de púas, unos pocos logran salir.
La euforia se desata, pero el peligro acecha de nuevo. «Un automóvil nos persigue con una ametralladora disparando en todas direcciones. Muchos caen muertos. Me topo con cadáveres a cada paso que doy. Cambio la dirección y corro a la izquierda de la carretera. El coche pronto se encuentra enfrente de mí. Corremos en varias direcciones. Los asesinos nos persiguen por todos los lados». Finalmente, los pocos que sobreviven se esconden en la maleza.
Chil Rajchman escribe un testimonio exacto, sin adornos, del horror que ha permanecido en la familia hasta que se ha recogido en un libro «Treblinka: memorias de un superviviente».

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