martes, 12 de octubre de 2010

Un campamento nazi a orillas del Órbigo


De repente, surge la noticia. ‘Hidden soldier’, un cortometraje del director leonés Alejandro Suárez Lozano, participará en la sección oficial de la próxima edición de la Semana Internacional de Valladolid, la Seminci de siempre, y optará a su palmarés oficial en representación de la cinematografía española. Tiene 30 años y lleva toda la vida entregado a la devoción por el cine. “Mi interés por el cine viene de familia y creo que nunca, desde que tengo uso de razón, he querido hacer otra cosa”, comenta Alejandro, hijo del cineasta Julio Suárez, desde Londres, ciudad donde actualmente , “con la ideas más claras que nunca y con la palmadita en la espalda de la Seminci”, se encuentra afincado, sobre todo “por cambiar de aires y para ver cómo y qué posibilidades hay en el mercado europeo para el cine”. Alejandro se mueve en el oficio cinematográfico como pez en el agua. Desde que era un chaval, fue manejándose en el asunto de la creación cinematográfica con indiscutible soltura y asimilando las muchas enseñanzas que le proporcionaban los rodajes de su padre (en ‘Tritones’, por ejemplo, asumió el diseño de producción). Tras ‘A galope tendido’, el primer largometraje firmado por Julio Suárez —uno de los grandes pioneros del cine leonés—, decide emprender una nueva aventura personal, primero en la Escuela de Cine de Ponferrada y luego en Madrid, donde compatibiliza sus estudios de publicidad con su actividad de diseño de ‘story boards’ para directores como Achero Mañas o Daniel Monzón, entre otros, “de los que aprendí una barbaridad”.

‘Hidden soldier’ surge de la obsesión de Alejandro Suárez por el edificio de la Azucarera de León. “Un lugar enigmático, mágico, dramático...”. Sin embargo, cuando ya maneja una historia y se pone manos a la obra para arrancar el proyecto, se inician las obras de remodelación del inmueble, lo que le obliga a cambiar todos sus planes. “A partir de ese momento comenzó una carrera de fondo para encontrar una localización similar en la provincia, misión en la que no confiaba mucho. Coche arriba, coche abajo con mi ayudante de dirección y amigo, el también leonés Guillermo Navajo (y codirector del primer cortometraje de Alejandro Suárez, ‘Escorzo’, rodado en 2005), dimos con la Azucarera de Veguellina”. Esta, abandonada desde hace tiempo, fue ‘asaltada’ por ellos, “saltamos la valla de estranjis”, y acabó desatando su asombro, “nos quedamos boquiabiertos con el lugar”. Aquella era una edificación ideal para recrear el guión de ‘Hidden Soldier’, que, escrito por el propio Suárez y Juan Ferro y ambientado en la Normandía de 1944, sigue la peripecia de un soldado norteamericano aislado en un campamento alemán mientras cumple una misión suicida. “Más allá del argumento, probablemente ya visto en cientos de películas de Hollywood, la historia nos permite adentrarnos en la cabeza del protagonista y experimentar con él las consecuencias del estrés y la violencia que esa situación pueden generar. Para mí el reto era generar esa sensación, en primera persona. Es ante todo un reto narrativo”.

Víctor Clavijo, actor que atesoró enorme popularidad tras su paso por la teleserie ‘Al salir de clase’ y que ha ido madurando una exhaustiva trayectoria en los medios televisivo, cinematográfico y teatral, adoptó la personalidad del soldado Wilson mientras respira quebrado en contexto tan hostil, representado en este caso por la Azucarera de León, a la que, dadas sus características físicas, apenas hubo que hacerle modificaciones para adaptarla a las circunstancias de la narración. Juan Carlos Pajares, otro de los habituales en el cine de Julio Suárez, representa al teniente Hermann Schneider, el mando nazi que dirige la caza y captura del soldado americano, completándose el elenco con Angel Sánchez, Alberto Sánchez, Manuel Sanchis, Pascual Gandía y, sobre todo, los catorce componentes del grupo de reconstrucción histórica ‘Grossdeutschland’, de origen levantino, que, además de interpretar al pelotón alemán, asesoró al director leonés en asuntos militares y también históricos. “Nos pusieron el listón muy alto a todos nosotros. Daba igual si llovía o hacía frío, ellos estaban ahí, metidos en el papel...”. Los efectos especiales fueron relevantes en la puesta en escena porque “había que generar una auténtica sensación de estar dentro de un campamento alemán”. Así, los efectos visuales ideados por Alex Martín (que también trabajó en ‘Tritones’) confirieron un ambiente singular a la película en la que no faltaron tanques, camiones y aviones, entre otros elementos. Ramón Molina creó en los cuatro días de filmación efectos más tradicionales, como las explosiones, los disparos o la sangre.

Otros dos habituales del cine de Julio Suárez —que en ‘Hidden Soldier’ ejerce como productor a través de su compañía Estirpe—, el director de fotografía Pablo Bürman y el compositor leonés Pablo Vega, fueron decisivos en la caracterización de un film que sufrió diferentes sinsabores a lo largo de su rodaje (mal tiempo, problemas técnicos, algún herido...) y cuyo montaje se prolongó durante cuatro meses para finalmente determinar sus definitivos doce minutos de duración. Al final, cerca de 60.000 euros se fueron en este corto que ya tiene garantizada la distribución internacional, gracias a un acuerdo con la agencia Freak, y que conocerá su estreno en la Seminci, “fue una sorpresa para todos; aún sigo atónito”, una rampa de lanzamiento idónea para las ilusiones de un chaval que sueña y sabe a cine.

1 comentario :

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