domingo, 4 de abril de 2010

Afrenta a un héroe de "Valkiria"


La familia de un héroe de la operación contra Hitler se enfrenta ahora «a la Alemania de Merkel». El nieto del príncipe Solms-Baruth, cómplice instrumental en el fallido complot para liquidar a Hitler y parar la guerra, sostiene que el moderno país del que fueron deportados preferiría «adornarse con la heroicidad de un puñado, antes que resarcir a las víctimas» de la famosa operación Valkiria.

«Las autoridades locales están dispuestas a hacer caja con lo que nos quitó Himmler», asegura sin ambajes el actual jefe de la casa principal de Solms-Baruth, linaje de Lusacia e independiente hasta la mediatización de Napoleón. Sus tierras se extendían por 17.000 hectáreas de explotación agraria y forestal en el distrito de Potsdam, cerca de Berlín, y otras 23.000 en Sajonia y Silesia (hoy en Polonia), todo lo cual quedó en zona soviética e irrecuperable tras la derrota.

Pero ahora, una sentencia del tribunal administrativo de Potsdam -a la que ha tenido acceso este diario- acaba de fallar contra Solms. Su restitución parece la última cuenta pendiente con los héroes de la malograda operación, encarnada recientemente en el cine por Tom Cruise, y en la que la nueva Alemania ha querido ver el último rastro de humanidad alemana en medio de la barbarie nazi.

La negativa es humillante para las víctimas e inexplicable para historiadores consultados, pero en conversación con ABC el joven príncipe no tiene pelos en la lengua: «En los crímenes hacia fuera, con el pueblo hebreo, o los países vecinos, Alemania es responsable y generosa. Hacia los propios alemanes, es cicatera cuando hay intereses». El nieto del conjurado disipa dudas alegando la vergüenza que ha sentido al oir a un magistrado que «estaba harto de oir lo malo que era el nazismo cuando se trata de restituciones».

Circunstancias diplomáticas y fortuitas hicieron que su abuelo, «opositor al nazismo de la primera hora, por su conocida religiosidad», fuera el único de «Valkiria» no ajusticiado en la noche del atentado, una vez sabido que Hitler había sobrevivido y que Heinrich Himmler lanzara a la caza a sus siniestras SS.

La Gestapo le vigilabaSolms-Baruth llevaba tiempo vigilado y, en la noche del 20 de julio de 1944, la Gestapo irrumpió en el castillo y no sólo se lo llevó preso sino que echó a toda la familia de las propiedades, estacionaron dentro a las SS «y saquearon 500 años de arte, joyas y enseres de la familia». Tras «siete meses de torturas» en los espeluznantes sótanos de la Albrechtstrasse, el príncipe fue obligado a firmar la renuncia y cesión de todos sus estados a nombre de Himmler, y puesto con sus cinco hijos en la frontera.

«Mi abuela había podido saber del intento secreto de Himmler de contactar con los aliados, por las ambulancias del conde Bernadotte y la Casa Real sueca; y supo deslizarle su conexión con las casas escandinavas -era una Schleswig-Holstein, como la Reina de España- en una carta en que inquiría por el paradero de mi abuelo». Tras la forzada cesión, tiempo después conseguían reunirse todos en Suecia y embarcar hacia una vieja granja abandonada que les quedaba en Namibia, donde empezaron de cero una nueva vida.

El actual príncipe considera su tarea histórica no olvidar aquello a manos espúreas: «En África, cuando nos visitaba mi tía abuela, la princesa Alicia de Inglaterra -última nieta viva de la Reina Victoria-, insistía a mis padres en asegurar que nunca olvidáramos de dónde veníamos y porqué padecíamos destierro, de nuestra obligación de regresar un día a nuestro lugar».

Héroe y víctima reconocida del nazismoSu abuelo es héroe y víctima reconocida del nazismo, la Ley sobre la Propiedad de la Comandancia Aliada de Berlín, del 26 de julio de 1949, ampara la restitución. Pero esos lugares, en manos del estado de Brandenburgo, tienen pretendientes: Thyssen, Deutsche Telekom, Total Group. “Durante la vista se nos han acercado ya en busca de un acuerdo, porque si recurrimos el caso siogue bloqueado; Bradenburgo está arruinado y quiere vender ya”.

Este diario ha visto los dictámenes favorables de historiadores británicos y alemanes de la talla de Antony Beevor, Joachim Fest y Joachim Perles. Notan con escándalo que los jueces están asumiendo en su proceder «que el III Reich era un estado de derecho», de cuyos derechos y obligaciones se subroga la Alemania constitucional; y que, en 1944, como dice Beevor, un torturado en una celda de la Gestapo podía cerrar un contrato, en libre uso de sus facultades, con el comandante en jefe de las SS.

2 comentarios :

  1. De haber tenido éxito, pudo cambiar la marcha de la historia. Al menos hacer menos dolorosa para todos la guerra.
    La sentencia es humillante para los descendientes de aquella gesta.
    Un saludo.

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  2. Estoy con Cayetano. Resulta humillante para uno de los pocos héroes alemanes contra el nazismo que ni tan siquiera se le de una indemnización, cuando luego se malgasta tantísimo dinero en otros cosas.

    Un saludo

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