miércoles, 2 de diciembre de 2009

El horror tiene cara, y uno debe familiarizarse con él


«El horror tiene cara, y uno debe familiarizarse con él», que decía el coronel Kurzt en el monólogo final de «Apocalipse Now». El horror, en efecto, tiene cara, y Shigeru Mizuki (Sakaiminato, Japón, 1922) no tuvo más remedio que familiarizarse con él cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, contrajo la malaria y una bomba le amputó el brazo izquierdo mientras se reponía de la enfermedad en un hospital de campaña.

Zurdo de nacimiento, Mizuki tuvo que aprender a valerse –¡y a dibujar!– únicamente con el brazo derecho y, al tiempo que se convertía en uno de los mangakas más populares de Japón, empezó exorcizar demonios arrancándose los fantasmas de dentro y encarcelándolos en sus viñetas. Y, para cualquiera que combatiese en la Segunda Guerra Mundial, algunos de aquellos fantasmas tenían nombre y apellidos.
Así fue como nació, «Hitler, la novela gráfica», manga publicado originalmente por entregas en 1971 en la revista «Shûkan Manga Sunday» que la editorial Glénat recupera ahora para el mercado español añadiendo una nueva perspectiva a la cuantiosa imaginería sobre la Alemania nazi. El azar (o no) ha querido que la edición en España del cómic coincida con la polémica que ha desatado en Japón la publicación de una versión manga de «Mein Kampf» -«Mi lucha»; «Waga Toso» en japonés-, libro cuyo trasvase al cómic ha reabierto el debate sobre la legitimidad moral de publicar un libro ensalza ideas totalitarias y antisemitas.
Con Mizuki, sin embargo, no ha lugar la polémica: su biografía, de trazos más occidentales que orientales, es un intento por retratar fielmente a ese «monstruo humano» que pasó de planificar «la construcción del mejor museo de arte del mundo en Linz» a planear la solución final y exterminar a seis millones de judíos. De tan siniestra metamorfosis da buena cuenta Mizuki profundizando en la faceta más «humana» –por decir algo- de Hitler y rememorando sus inicios como mediocre pintor, su relación con el músico August Kubizek, su vagabundeo por los parques y bancos de Viena –«como recibía una pensión de orfandad, al menos no se moría de hambre»- o su carácter abiertamente colérico. «Cuando algo no le interesaba o no le gustaba, Hitler sufría episodios de violenta cólera. Además, su gran timidez le impedía acercarse a las chicas», escribe Mizuki.

«Cuando algo no le interesaba o no le gustaba, Hitler sufría episodios de violenta cólera. Además, su gran timidez le impedía acercarse a las chicas», escribe Mizuki


Pasarela de «secundarios»Espléndidamente documentada y con algunas viñetas realmente sobrecogedoras, «Hitler, la novela gráfica» no deja casi ningún cabo suelto e ilustra desde cómo logró la Cruz de Hierro en la I Guerra Mundial al encuentro entre Hitler y Franco en Hendaya –«¿Le gustaría ver una corrida de toros, Führer?», es la coletilla de la conversación- pasando por la firma en 1940 del pacto tripartito entre Alemania, Italia y Japón –«¡En Oriente, la raza Yamato!! ¡En Occidente, la raza aria!! Solos estos dos pueblos prevalecerán», exclama el ministro de Asuntos Exteriores Japonés, Yōsuke Matsuoka-. No contento con pasar revista a la vida de Hitler, Mizuki completa su aproximación al Tercer Reich con una pasarela de «secundarios» por la que desfilan desde Goebbles, Himmler, Hess y Strasser hasta Mussolinni, Stalin y Churchill.

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