jueves, 17 de diciembre de 2009

Araceli, la Mata Hari gallega

Para los que la conocieron, Araceli González era una mujer extrovertida, cosmopolita y muy hermosa que vivió entre Lugo, Madrid y Venezuela. Tuvo tres hijos, se separó y volvió a contraer matrimonio. La historia real es la de una audaz espía que, junto a su marido, el famoso Garbo,trabajó para los aliados en la II Guerra Mundial y su aportación fue clave en el decisivo desembarco de Normandía. La vida de la gallega, que hasta ahora ha permenecido casi oculta, se recoge en el documental "Hitler, Garbo... y Araceli", que se estrena en la TVG a principios de enero.

Su belleza, desparpajo, don de gentes, apariencia inofensiva y valentía convirtieron a Araceli González Carballo en una de las principales mujeres espía españolas durante la Segunda Guerra Mundial y su papel fue clave en uno de los acontecimientos esenciales de este conflicto: el desembarco de Normandía.

Sin embargo, hasta hace muy poco tiempo, esta audaz faceta de Araceli no era conocida ni tan siquiera por sus hijos. Su trabajo, clave en la derrota de Hitler y en la desaparición del III Reich, estuvo siempre a la sombra del de su marido, el famoso espía doble Juan Pujol, más conocido por Garbo. Pero poco a poco, su figura está siendo recuperada y pronto será la protagonista de un documental: "Hitler, Garbo y Araceli", que emitirá Televisión de Galicia los días 11 y 18 de enero y la G2 el 6 y 13 del mismo mes.

Realizado por la productora Lugo Press, el documental de dos horas de duración incluye imágenes históricas, fotos del álbum familiar de la gallega, un dramático con actores e imágenes en 3D para algunas escenas, como el crucial Desembarco de Normandía.

La actriz Mara Miñano encarna a Araceli en la parte ficcionada y Ramón Saqués pone rostro a Garbo. Como guiño a la ciudad de Lugo, en el reparto participa una serie de personajes conocidos como el alcalde Orozco, el presidente de la Diputación, Besteiro, el vicepresidente, Bao; el diputado García Díez, el escritor Paco Martín, el comisario de Policía, Maximino Losada; el presidente del Círculo, Jesús López y el deportista Chilares.

Araceli González Carballo nació en Lugo en 1914 en el seno de una familia acomodada. Durante la Guerra Civil trabajó en el hospital de Santa María, pero a finales del 38 estaba decidida a salir de Lugo y se trasladó a Burgos como secretaria del gobernador del Banco de España. Allí conoció al oficial Juan Pujol y el flechazo fue inmediato. La pareja se trasladó a Madrid y allí estos jóvenes idealistas y amantes de la libertad se ofrecieron a la embajada británica para colaborar en la lucha contra Alemania. No les tomaron en serio y Pujol, a sugerencia de su mujer, se ofreció sus servicios al III Reich con la intención de servir como espía doble para los aliados. Pujol tenía así dos nombres clave: el británico, Garbo, y el alemán, Arabel (en homenaje a su esposa, Araceli bella).

Aunque operaba inicialmente desde Lisboa, fingía a los alemanes estar en Gran Bretaña. Inventaba informes ficticios sobre movimientos de barcos mercantes, convenciéndoles con éxito de que eran datos verdaderamente valiosos, gracias a información obtenida en la biblioteca de Lisboa y noticieros del cine. Y los alemanes mordieron el anzuelo. Entonces la pareja decide explicar a los británicos su situación y ofrecerse como espías dobles.
Les trasladan a Londres y, desde allí, Pujol mostró una destreza increíble para engañar a los alemanes con muy pocos medios.

En e1944, Garbo participó en su más importante misión. Su trabajo de desinformación era parte de la Operación Fortitude, que convenció a Hitler de que la invasión aliada ocurriría en el Estrecho de Calais, a 249 km de Normandía, y que el desembarco era sólo una maniobra para atraer a las tropas alemanas lejos de Calais. Los alemanes nunca sospecharon de Arabel e incluso le concedieron la Cruz de Hierro. Araceli debió sonreír en mucho en aquel acto.

Vía| Faro de Vigo

1 comentario :

  1. No hubo un acto de entrega de la cruz de hierro a Garbo. De hecho, tuvieron que inscribirle como combatiente para poder otorgársela.
    Lo más simpático es que el propio Garbo pidió que, ya que no podía ir a Alemania a recibirla, se la enviaran a Gran Bretaña.

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