lunes, 31 de agosto de 2009

Cuando estaba vivo, lo divinizaron, apenas murió le culparon de todo

Os dejo aquí el enlace a una entrevista muy recomendable a Ian Kershaw (biógrafo de Hitler) publicada hoy en el diario El Mundo.

Os recomiendo que la leáis sin pereza porque tiene momentos muy interesantes:
  • "Alemania vio en la Noche de los cuchillos largos un acto de razón de Estado"
  • "Hitler se le fue de las manos a la derecha, que tuvo que hacerle canciller"
  • "El Führer tenía una vida íntima tremendamente banal. No tenía amigos"
  • "Debió de ser electrizante verle en sus primeros años hablando con esa pasión"

Apenas uno de cada 5 rusos sabe que la Segunda Guerra Mundial comenzó en 1939

Apenas uno de cada cinco ciudadanos de Rusia, un 22 por ciento, sabe que la Segunda Guerra Mundial comenzó el 1 de septiembre de 1939, según los resultados de un sondeo difundido hoy por el centro sociológico ruso VTsIOM.

El 58 por ciento de las personas consultadas opinó que el contienda mundial comenzó en 1941, cuando la Alemania nazi agredió a la URSS (22 de junio) dando comienzo a lo que en la historiografía soviética y rusa se conoce como Gran Guerra Patria.

Un cinco por ciento más de los encuestados dio una respuesta errónea distinta a la anterior, mientras el quince por ciento restante no supo contestar a la pregunta.

Entre las respuestas a otra cuestión, relativa a las causas de esa contienda (se podían mencionar hasta de tres variantes) un 47 por ciento manifestó que se debió al deseo de Alemania de tomarse una revancha por su derrota en la Primera Guerra Mundial.

Otras respuestas atribuyeron la guerra a un nuevo reparto de colonias y mercados por parte del "imperialismo internacional" (30 por ciento), y a la negativa de los países occidentales de formar un sistema de seguridad colectiva conjuntamente con la URSS (18).

Una cantidad similar de consultados, el 17 por ciento, responsabilizó de la guerra a la crisis económica mundial desatada en 1929 y conocida como la Gran Depresión.

Un 13 por ciento culpó de la guerra al pacto Mólotov-Ribbentropp, por el que Stalin le garantizó a Hitler la neutralidad de la URSS en la contienda, y otro 10 por ciento a las concesiones que Gran Bretaña y Francia hicieron a la Alemania nazi.

Además, un siete por ciento cree que la guerra se debió a la pretensión de la URSS de expandir el comunismo por toda Europa y otro seis por ciento la atribuye a la negativa de Polonia de satisfacer las reclamaciones territoriales de Alemania.

Otro cinco por ciento de los encuestados mencionó otras diversas causas y el 15 por ciento restante no supo formular una respuesta, según la agencia RIA-Nóvosti.

Los rusos supieron definir con bastante acierto a los aliados y enemigos de la URSS en la guerra, preguntas a las que no tuvieron respuesta alguna el 24 por ciento de los consultados en el primer caso y otro diez por ciento en el segundo.

Vía|ADN

Medvédev critica la revisión histórica de la II Guerra Mundial

El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, ha arremetido contra los intentos de poner al mismo nivel la responsabilidad de la Alemania nazi y de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial. El mandatario ruso se refirió a la Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que en julio pasado condenó sin distinción los crímenes cometidos por ambos regímenes durante la guerra. "Eso es, sinceramente, una mentira cínica", dijo Medvédev en una entrevista con la televisión rusa.

Mañana se recuerda en la ciudad polaca de Gdansk el 70 aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial con una ceremonia a la que asistirán, entre otros líderes, la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro ruso Vladímir Putin.

El Parlamento Europeo quiere declarar el 23 de agosto la fecha del pacto con el que hace 70 años Hitler y Stalin se repartieron Europa como día del recuerdo de las víctimas del nazismo y el estalinismo.

Medvédev no admite esta interpretación y señala a los actuales gobiernos en los países del Este, muchos de ellos ex repúblicas soviéticas, como responsables de haber forzado una revisión de la Historia. "Hace 20 ó 30 años, cuando incluso había bloques ideológicos enfrentados, todo el mundo estaba de acuerdo en que el nazismo había sido justamente condenado por la Historia y que los criminales nazis que fueron juzgados en Nuremberg recibieron su merecido castigo", dijo el líder ruso. "Estamos viendo unas tendencias asombrosas. Los gobiernos en los países bálticos e incluso en Ucrania ahora proclaman a los colaboracionistas nazis como héroes nacionales que lucharon por la liberación de sus naciones".

Vía| Público

Putin en Polonia para impedir el revisionismo de la Segunda Guerra Mundial

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, se esforzará para oponerse a los intentos de "revisar la historia de la Segunda Guerra Mundial" durante su visita a Polonia para los festejos que conmemoran el inicio de la guerra, declaró su consejero diplomático, Yuri Ushakov.

"El primer objetivo de esta visita es oponerse en el contexto internacional a los intentos de revisar la historia de la Segunda Guerra" Mundial, declaró Ushakov en conferencia de prensa.

Putin, que debe pronunciar un discurso, es particularmente esperado en Polonia, al igual que la canciller alemana Angela Merkel, cuando las interpretaciones históricas difieren en loso tres países.

Numerosos historiadores rusos acusan a Polonia de haber pactado en los años 30 con Adolf Hitler, responsabilizando a Varsovia de una parte del estallido del conflicto.

El Servicio Ruso de Información Exterior (SVR) anunció la publicación para el 1 de septiembre de "documentos inéditos" sobre la política polaca entre 1935 y 1945, especialmente, los "planes secretos" de Varsovia en la víspera del conflicto.

Otro asunto sensible, la masacre de 22.000 oficiales polacos por la policía secreta soviética en 1940 en Katyn, que será tratada durante el encuentro de Putin con su homólogo polaco Donald Tusk, según Ushakov, quien calificó esta historia de "tragedia", aunque no impedirá avanzar en las relaciones bilaterales.

"Al menos una parte de la clase política en Varsovia la comprende", se felicitó Ushakov.

La visita de Putin tiene como objetivo "reforzar las relaciones bilaterales (...) y hay una buena voluntad para ello por las dos partes".

Las cuestiones energéticas y el posible despliegue en Polonia del escudo antimisiles estadounidense también estarán en el menú de las negociaciones.

Putin se entrevistará también con dirigentes de Ucrania, Bulgaria, Holanda, Finlandia, Eslovenia y Croacia, que participarán también en las ceremonias.

Vía| Univision

Los costes humanos de la Segunda Guerra Mundial

Publicado hoy en Público

Se nos suele ofrecer una visión de la II Guerra Mundial que se compone sobre todo de escenas de batallas terrestres y navalesStalingrado, El Alamein, Normandía, Midway, protagonizadas por tanques, aviones, acorazados o submarinos. Pero si tomamos en cuenta lo que la guerra significó en términos de su coste en vidas humanas, que se cifra en torno a los 70 millones, su historia se transforma por completo.

Lo primero que sorprende es descubrir que la supuesta contienda mundial fue, sobre todo, una guerra entre alemanes y rusos: de los 20 millones de militares muertos, unos 16 millones corresponden a las pérdidas de los ejércitos soviético y alemán, mientras que las de los ejércitos de Francia, Reino Unido y EEUU, sumadas, pasan muy poco de un millón.

Más importante aún es percatarse de que una de las características que distinguen esta guerra de las que se produjeron anteriormente en la Historia es el hecho de que hubo muchas más muertes civiles que militares: por lo menos dos de cada tres de los fallecidos en la guerra fueron hombres, mujeres y niños asesinados al margen de cualquier proceso legal, aniquilados en campos de internamiento o de trabajo, o víctimas del hambre causada por la contienda.

Las batallas nos ofrecen espectáculos terribles: los 60.000 soldados alemanes muertos en Stalingrado y la destrucción producida en Kursk, la mayor batalla de todos los tiempos, en la que participaron millones de hombres, 13.000 tanques y 12.000 aviones. Jrushchov, que recorrió aquel campo días más tarde, recordaría toda su vida los centenares de tanques que empezaban a oxidarse bajo el sol del verano, después de haber ardido con sus tripulaciones dentro, y el olor a muerte que se extendía por todos lados. O la última gran batalla de la guerra, la de Okinawa, donde murieron 70.000 soldados japoneses y 12.000 norteamericanos y donde perecieron también más de 100.000 de los habitantes de la isla, atrapados entre el fuego de ambos bandos.

Dos grandes carnicerías

Y, sin embargo, estos no son más que episodios menores en comparación con las dos mayores carnicerías de la guerra, que fueron el holocausto nazi y el más olvidado, pero no menos atroz, de los japoneses en su intento de conquista del continente asiático.

En el caso de los nazis, se habla siempre de los cerca de seis millones de judíos exterminados, pero se suele olvidar que no fueron las únicas víctimas, sino que hay que incluir, entre otros, a más de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos que fueron internados en reductos vigilados, sin alimentos para sobrevivir. La Guía del Holocausto de la Universidad de Columbia admite que, en una definición amplia, se puede considerar que las víctimas del holocausto nazi fueron unos 17 millones.

Mientras los crímenes nazis recibieron amplia publicidad al término de la guerra, no sucedió lo mismo con los de Japón, a quien se atribuyen de 20 a 30 millones de víctimas civiles, en especial de etnia china, pero que se benefició de una ocultación que favorecieron los norteamericanos, interesados en conseguir su colaboración en la Guerra Fría.

En comparación con la amplia difusión de lo sucedido en campos como el de Auschwitz, se habló mucho menos de las atrocidades cometidas por los japoneses con los prisioneros de guerra y los civiles en los cruceros de la muerte y en unos campos de concentración en que se les obligaba a trabajos agotadores. O se habló mucho más de Mengele que del general Ishii Shiro, que dirigía el centro de investigación de armas bacteriológicas de Pingfan, cerca de Harbin (en Manchuria), conocido como "unidad secreta 731", donde un millar de investigadores japoneses experimentaron armas bacteriológicas con los presos chinos y practicaron la vivisección sin anestesia en seres humanos. Se decidió echar tierra sobre las responsabilidades de quienes habían participado en esta infamia y se les ofreció inmunidad a cambio de los resultados de sus investigaciones.

Para satisfacer las demandas de venganza, se escenificó en Alemania una representación de castigo en el proceso de Núremberg, que dictó 12 sentencias de muerte, al igual que se hizo en otro proceso similar en Tokio. Pero la realidad fue que hubo poco empeño en castigar a los que habían cometido estos crímenes. Muchas sentencias de muerte a miembros de la Gestapo o de las SS fueron conmutadas al poco tiempo, de modo que algunos estaban a los pocos años en cargos directivos de las grandes empresas alemanas. Y los industriales, que se habían beneficiado explotando inhumanamente a los trabajadores esclavos, salieron bien librados. En especial los japoneses, que se niegan todavía hoy a pagar ninguna indemnización, alegando, como hace Mitsubishi, que es discutible afirmar que los japoneses invadieran China y que esta compleja cuestión debe dejarse para que la aclaren en el futuro los historiadores (en 2008 el general Tamogami, jefe de la fuerza aérea japonesa, sostuvo públicamente que la ocupación de territorios asiáticos la habían hecho para liberarlos del imperialismo occidental).
Millones de expulsados

Pero la existencia de estos casos de impunidad, de los que se beneficiaron sobre todo las clases dirigentes, no implica que la derrota no causara numerosas víctimas, de las que no se suele hablar y que no se agregan a las listas de las de guerra, como en estricta justicia debería hacerse. El mayor de los daños sufridos por los derrotados fue, en Europa, el del desplazamiento de civiles, en especial de alemanes, no sólo de las tierras ocupadas después de la conquista nazi, sino de regiones en que sus familias vivían desde hacía mucho tiempo. Todo comenzó con la despavorida marcha hacia el oeste de los que habitaban en la Prusia oriental, en Pomerania y en Silesia, ante el avance de los ejércitos rusos. En el verano de 1945, apenas acabada la guerra, cinco millones de alemanes habían participado en esta fuga. Y ése era tan sólo el comienzo. Lo peor fue la expulsión, en los tres años siguientes y de acuerdo con medidas aprobadas en Potsdam por las potencias vencedoras, de otros siete millones de hombres y mujeres que habitaban en Polonia, Checoslovaquia, Rumanía o Hungría.

El coste total en términos de vidas humanas de esta sangrienta posguerra europea, como consecuencia de los malos tratos, violaciones, linchamientos y suicidios que sufrieron los expulsados, en especial los que vivían en Polonia y Checoslovaquia, puede haber sido de unos dos millones de civiles, sin contar otros tantos, o tal vez más, entre los soldados presos en manos de los vencedores.

Japón se vio igualmente obligado a repatriar a cerca de siete millones, que no eran sólo los soldados, sino los numerosos civiles que se habían instalado en Corea, Manchuria y Taiwán.

Esta mirada hacia atrás sobre los costes humanos de la II Guerra Mundial debería no sólo cambiar nuestra percepción del drama de esta guerra, sino hacernos más sensibles a los costes humanos de la violencia que reina hoy en un orden mundial desquiciado, que sigue cobrándose vidas humanas en los últimos 10 años, por ejemplo, unos cinco millones en el Congo ante la indiferencia general.

Obispos de Alemania y Polonia, juntos en la catedral de Berlín

Un grupo de obispos de Alemania y de Polonia se dieron cita ayer en Berlín, en un primer acto para conmemorar el septuagésimo aniversario de la Segunda Guerra Mundial, que se cumple mañana. El acto tuvo lugar en la catedral católica de Santa Hedwig, y a él asistió también el presidente de Alemania, Horst Köhler. El arzobispo de Berlín, el cardenal Georg Sterzinsky, dijo: «Recordar 1939 es particularmente importante en la ciudad donde los gobernantes nazis dieron la orden de atacar a la vecina Polonia». Wiktor Skworc, obispo de Tarnów, en Polonia, afirmó: «Es tiempo para trabajar juntos por la reconciliación. La guerra muestra de lo que los pueblos son capaces cuando eliminan a Dios como punto de referencia».

El pasado martes, las conferencias episcopales de Alemania y de Polonia publicaron una declaración conjunta en la que condenaban «todos» los crímenes pero también una lectura parcial de lo acontecido.

Vía| ABC

Medvédev tacha de «cínica mentira» equiparar a Hitler con la URSS

La historiografía moderna sitúa en el 1 de septiembre de 1939 el comienzo de la II Guerra Mundial. Fue entonces cuando la Alemania nazi invadió Polonia desde el oeste. Medio mes después, el 17 de septiembre, las tropas soviéticas entraron también en Polonia, pero desde el este. Hay historiadores que consideran que el Pacto Mólotov-Ribbentrop actuó como impulsor de la agresión. Sin embargo, Rusia rechaza ahora las tentativas de poner en el mismo rasante la responsabilidad de Hitler y la de Stalin en el desencadenamiento de la contienda.

«La Asamblea Parlamentaria de los países de Europa puso hace poco a la Alemania fascista y a la Unión Soviética en el mismo nivel, responsabilizándolas por igual. Perdone, pero es una cínica mentira», declaró ayer por la noche el presidente ruso, Dmitri Medvédev, en una entrevista concedida al canal ruso RTR, en relación a una reciente resolución de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).

Según sus palabras, hay que diferenciar entre quienes comenzaron la guerra y mataron a millones de personas y quienes «salvaron a la gente, salvaron millones de vidas y, finalmente, salvaron a Europa».

Reparto de Europa

El jefe del Kremlin dijo que, hace 20 ó 30 años, cuando el Pacto de Varsovia estaba en confrontación abierta con la OTAN, «pese a las diferencias ideológicas, todos coincidíamos en que los criminales fascistas condenados por el tribunal de Nuremberg recibieron su merecido castigo». Ahora, añade Medvédev, «se observa un claro retroceso en la interpretación de los hechos (...) y ocurren cosas sorprendentes». El presidente ruso se refirió en particular «a la proclamación de colaboracionistas nazis como héroes nacionales» en Ucrania y en las repúblicas bálticas.

El pasado mes de julio, la Asamblea Parlamentaria de la OSCE equiparó en una resolución los crímenes cometidos en el siglo XX por los regímenes de Hitler y Stalin. Apoyó además la iniciativa, lanzada por el Parlamento Europeo, de declarar el 23 de agosto Día del recuerdo de las víctimas del nazismo y el estalinismo. El 23 de agosto de 1939, precisamente, los respectivos ministros de Exteriores de Alemania y la URSS, Joachim von Ribbentrop y Viacheslav Mólotov, rubricaron en Moscú, en presencia de Stalin, el acuerdo que luego se conocería con los apellidos de sus firmantes.

El documento incluía un protocolo secreto sobre el reparto de zonas de influencia en Europa, cuyo contenido no se conoció hasta que, tras finalizar la guerra, los americanos lo encontraron en los archivos nazis. En la URSS no se dijo nada al respecto hasta 1989. El Pacto Mólotov-Ribbentrop no sólo dio luz verde a Alemania para ocupar Polonia, sino también a la URSS para atacar Finlandia, a la que arrebató la provincia de Karelia, y para apoderarse de Estonia, Letonia, Lituania y la región rumana de Besarabia, actual Moldavia.

Expectación en Moscú

Una cuarta parte de los oficiales polacos que el Ejército Rojo capturó como prisioneros en el este de Polonia, durante el ataque perpetrado a mediados de septiembre de 1939 -unos 22.000 aproximadamente- fueron fusilados al año siguiente en Katyn (actual Bielorrusia). La suerte que corrieron el resto sigue siendo un misterio. Sólo después de que Hitler decidiera atacar la URSS, el 22 de junio de 1941, Moscú y la resistencia polaca se aliaron.

Las relaciones entre los dos países se encuentran en un momento delicado. A fin de responder a las acusaciones de complicidad con la Alemania nazi en la agresión a Polonia, el Servicio de Contraespionaje Exterior ruso (SVR) presentará mañana en Moscú una recopilación de documentos de sus archivos con los que se pretende demostrar que Varsovia también consensuó con los nazis determinadas acciones contra el Estado soviético.

Vía| ABC

sábado, 29 de agosto de 2009

El peor día del siglo XX

Reportaje publicado hoy en El País (edición digital)


En la mañana del 1 de septiembre de 1939 el ejército alemán invadió Polonia y el 3 de septiembre Gran Bretaña y Francia declaraban la guerra a Alemania. Veinte años después de la firma de los tratados de paz que dieron por concluida la Primera Guerra Mundial, comenzó otra guerra destinada a resolver todas las tensiones que el comunismo, los fascismos y las democracias habían generado en los años anteriores. El estallido de la guerra en 1939 puso fin a lo que el historiador Edward H. Carr llamó "la crisis de veinte años" e hizo realidad los peores augurios. En 1941, la guerra europea se convirtió en mundial. El catálogo de destrucción humana que resultó de ese largo conflicto de seis años nunca se había visto en la historia.

Aunque algunas explicaciones sobre sus causas se centran exclusivamente en Hitler y en la Alemania nazi, en el período que transcurrió entre 1933 y 1939, para obtener una fotografía completa debe rastrearse en los trastornos producidos por la Primera Guerra Mundial. Al final de esa contienda, el mapa político de Europa sufrió una profunda transformación, con el derrumbe de algunos de los grandes imperios y el surgimiento de nuevos países. De esa guerra salieron también el comunismo y el fascismo. Al tiempo que pasó entre el final de esa primera guerra y el comienzo de la segunda lo llamamos período de entreguerras, como si la paz hubiera sido la norma, pero en realidad en esa "crisis de veinte años" hubo algunas guerras pequeñas entre Estados europeos, revoluciones y contrarrevoluciones muy violentas y varias guerras civiles.

La caída de los viejos imperios continentales fue seguida de la creación de media docena de nuevos Estados en Europa, basados supuestamente en los principios de la nacionalidad, pero con el problema heredado e irresuelto de minorías nacionales dentro y fuera de sus fronteras. Todos ellos, salvo Checoslovaquia, se enfrentaron a grandes dificultades para encontrar una alternativa estable al derrumbe de ese orden social representado por las monarquías. Esa construcción de nuevos Estados llegó además en un momento de amenaza revolucionaria y disturbios sociales.

La toma del poder por los bolcheviques en Rusia en octubre de 1917 tuvo importantes repercusiones en Europa. En 1918 hubo revoluciones abortadas en Austria y Alemania, a las que siguieron varios intentos de insurrecciones obreras. Un antiguo socialdemócrata, Béla Kun, estableció durante seis meses de 1919 una República soviética en Hungría, echada abajo por los terratenientes y por el ejercito rumano. Italia, en esos dos primeros años de posguerra, presenció numerosas ocupaciones de tierras y de fábricas. Esa oleada de revueltas acabó en todos los casos en derrota, aplastadas por las fuerzas del orden, pero asustó a la burguesía y contribuyó a generar un potente sentimiento contrarrevolucionario que movilizó a las clases conservadoras en defensa de la propiedad, el orden y la religión.

El movimiento contrarrevolucionario, antiliberal y antisocialista se manifestó muy pronto en Italia, durante la profunda crisis posbélica que sacudió a ese país entre 1919 y 1922, se consolidó a través de dictaduras derechistas y militares en varios países europeos y culminó con la subida al poder de Hitler en Alemania en 1933. Los datos que muestran el retroceso democrático y el camino hacia la dictadura resultan concluyentes. En 1920, todos los Estados europeos, excepto dos, la Rusia bolchevique y la Hungría del dictador derechista Horthy, podían definirse como democracias o sistemas parlamentarios restringidos. A comienzos de 1939, más de la mitad, incluida España, habían sucumbido ante dictaduras.

Durante un tiempo, sobre todo en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, analistas e historiadores echaron la culpa de todos esos males, y del estallido de la guerra, a la fragilidad de la paz sellada en Versalles y a los dirigentes de las democracias que intentaron "apaciguar" a Hitler, en vez de parar su insaciable apetito. El problema empezaba en Alemania, donde amplios e importantes sectores de la población no aceptaron la derrota ni el tratado de paz que la sancionó, y continuaba en otros países como Polonia o Checoslovaquia, que albergaban millones de hablantes de alemán que, con la desintegración del Imperio Habsburgo, habían perdido poder político y económico. Como les recordaban los grupos ultranacionalistas, ahora eran minorías en nuevos Estados dominados por grupos o razas inferiores.

Francia fue la única potencia victoriosa que trató de contener a Alemania en el marco de la paz de Versalles. Estados Unidos rechazó esos acuerdos y cualquier tipo de compromiso político con las luchas por el poder en Europa. Italia, sobre todo después de la llegada al poder de Mussolini, quería cambiar también esos acuerdos que no le habían otorgado colonias en África, y marcaba su propia agenda de expansión en el Mediterráneo. En cuanto a Gran Bretaña, su prioridad no estaba en el continente sino en el fortalecimiento de su imperio colonial y en la recuperación del comercio. Francia, por lo tanto, trabajaba para que Alemania cumpliera con los términos del tratado y Gran Bretaña buscaba la conciliación y la revisión de lo que consideraba un acuerdo demasiado injusto para los países vencidos. Esa diferencia dejó a Gran Bretaña y Francia en constante disputa y a Alemania dispuesta a sacar partido de la división.

Pese a todas esas dificultades, a las tensiones sociales y a las divisiones ideológicas, el orden internacional creado por la paz de Versalles sobrevivió una década sin serios incidentes. Todo cambió con la crisis económica de 1929, el surgimiento de la Unión Soviética como un poder militar e industrial bajo Stalin y la designación de Hitler como canciller alemán en enero de 1933. La incapacidad del orden capitalista liberal para evitar el desastre económico hizo crecer el extremismo político, el nacionalismo violento y la hostilidad al sistema parlamentario.

Las políticas de rearme emprendidas por los principales países europeos desde comienzos de esa década crearon un clima de incertidumbre y crisis que redujo la seguridad internacional. La Unión Soviética inició un programa masivo de modernización militar e industrial que la colocaría a la cabeza del poder militar durante las siguientes décadas. Por las mismas fechas, los nazis, con Hitler al frente, se comprometieron a echar abajo los acuerdos de Versalles y devolver a Alemania su dominio. La Italia de Mussolini siguió el mismo camino y su economía estuvo supeditada cada vez más a la preparación de la guerra. Francia y Gran Bretaña comenzaron el rearme en 1934 y lo aceleraron desde 1936. El comercio mundial de armas se duplicó desde 1932 a 1937. Las estadísticas alemanas revelaban que el gasto en armas en 1934 se había disparado y que el porcentaje del presupuesto alemán dedicado al ejército pasó, en los dos primeros años de Hitler en el poder, del 10% al 21%. Según Richard Overy, "el sentimiento popular antibélico de los años veinte dio paso gradualmente al reconocimiento de que una gran guerra era de nuevo muy posible".

Importantes eslabones en esa escalada a una nueva guerra mundial fueron la conquista japonesa de Manchuria en septiembre de 1931, la invasión italiana de Abisinia en octubre de 1935 y la intervención de las potencias fascistas y de la Unión Soviética en la guerra civil española. En apenas tres años, de 1935 a 1938, Hitler subvirtió el orden internacional que, pactado por los vencedores de la Primera Guerra Mundial, había intentado prevenir que Alemania se convirtiera de nuevo en una amenaza para la paz en Europa. El Tratado de Versalles impuso notables restricciones al poderío militar alemán. En 1935, la región del Sarre volvió a ser alemana después de que una mayoría de la población así lo decidiera en un plebiscito. En marzo de 1936, Hitler ordenó a las tropas alemanas reocupar Renania, una zona desmilitarizada desde 1919, y exactamente dos años después, el ejército nazi entraba en Viena, inaugurando el Anschluss, la unión de Austria y Alemania.

La Liga de Naciones, la organización internacional creada en París en 1919 para vigilar la seguridad colectiva, la resolución de las disputas y el desarme, fue incapaz de prevenir y castigar esas agresiones, mientras que los gobernantes británicos y franceses, hombres como Neville Chamberlain o Pierre Laval, pusieron en marcha la llamada "política de apaciguamiento", consistente en evitar una nueva guerra a costa de aceptar las demandas revisionistas de las dictaduras fascistas. Hitler percibió esa actitud como un claro signo de debilidad y, así las cosas, siempre prefirió lograr sus objetivos con acciones militares antes que enzarzarse en discusiones diplomáticas multilaterales.

Esa debilidad llegó a su punto más alto el 29 de septiembre de 1938, en Munich, cuando Neville Chamberlain y Edouard Daladier aceptaron la entrega de los territorios de los Sudetes a Alemania. El sacrificio de Checoslovaquia tampoco frenó las ambiciones expansionistas nazis y Hitler interpretó que Gran Bretaña y Francia le habían dado luz verde para extenderse por el este.

Cuado no había pasado ni un mes desde el acuerdo de Munich, Hitler ordenó a sus fuerzas armadas que se prepararan para la "liquidación pacífica" de lo que quedaba de Checoslovaquia. A mediados de marzo de 1939, las tropas alemanas entraban en Praga y Hitler planeó lanzar una guerra de castigo contra Polonia. Sólo la Unión Soviética, con fuertes intereses en esa zona, podía oponerse y para que eso no ocurriera, Hitler firmó con Stalin el 23 de agosto un pacto de no agresión entre enemigos ideológicos. Unos días después, la invasión de Polonia convenció a las potencias democráticas que la colisión era preferible al derrumbe definitivo de la seguridad europea.

La crisis del orden social, de la economía, del sistema internacional, se iba a resolver mediante las armas, en una guerra total, sin barreras entre soldados y civiles, que puso la ciencia y la industria al servicio de la eliminación del contrario. Un grupo de criminales que consideraba la guerra como una opción aceptable en política exterior se hizo con el poder y puso contra las cuerdas a políticos parlamentarios educados en el diálogo y la negociación. Y la brutal realidad que salió de sus decisiones fueron los asesinatos, la tortura y los campos de concentración. Hitler provocó la guerra, pero ésta fue también posible por la incapacidad de los gobernantes demócratas para comprender la violencia desatada por el nacionalismo moderno y el conflicto ideológico.

Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.

Preparándonos para el 1 de septiembre

Como todos ya sabéis, el próximo día 1 de septiembre se conmemora el 7oº Aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, es por este motivo que muchas publicaciones aprovecharán para lanzar coleccionables o suplementos y muchos autores aprovecharán para dar a luz algunos libros con más o menos éxito o repercusión.

Os dejo aquí un enlace a un post publicado hoy a colación de este hecho en el blog de Jesús Hernández (un saludo Jesús) en el que irá actualizando estas publicaciones que antes he mencionado por si a alguno nos apetece picar y hacernos con uno de estos coleccionables.

Yo para empezar trataré de hacerme con el de El Mundo ya que en la oficina estamos suscritos a este diario (entre muchos), a ver si tengo suerte y lo pillo gratis.

La II Guerra Mundial, el conflicto que puso en duda las bondades del progreso

Publicado hoy en el diario electrónico ADN.

Con alrededor de 60 millones de muertos y una tecnología armamentística sin precedentes, la II Guerra Mundial permanece como el conflicto más devastador de la Historia, en el que ambos bandos cometieron hitos de la atrocidad humana como el Holocausto o el lanzamiento de la bomba atómica.

"Me satisface mucho que hayan sido inventados los explosivos, pero creo que no debemos mejorarlos", decía Winston Churchill. La Segunda Guerra Mundial, efectivamente, puso en duda las bondades del progreso al convertirse en un campo de pruebas del hombre para su propia barbarie.

Los resultados superaron la expectativas hasta casi llegar a la autodestrucción, y el propio Churchill acabaría escribiendo en su libro "Segunda Guerra Mundial" sobre la decisión de ejecutar los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki: "Todos estuvimos de acuerdo de forma unánime, automática e incuestionable. Ni siquiera escuché la menor sugerencia de que debiéramos hacer otra cosa".

Así resumía la instrumentalización de la técnica, que había sido apuntada por los filósofos de la Escuela de Fráncfort y cristalizada con escalofriante eficiencia en los campos de concentración nazis. "Una muerte es una tragedia, millones es una estadística", sentenciaba por su parte Josef Stalin.

El exterminio sistematizado de 12 millones de personas (la mitad de ellos judíos) y la bomba atómica siguen siendo las atrocidades más significativas del conflicto, pero no las únicas ocurridas entre el 1 de septiembre de 1939 y el 9 de septiembre de 1945.

Desde la invasión alemana de Polonia a la rendición formal de las tropas japonesas en China, alfa y omega del conflicto, se produjeron otras batallas cruentas, desde Stalingrado (Rusia) hasta Dunkerque (Francia) y Guadalcanal (Islas Salomón), así como bombardeos tan famosos como los de Dresde (Alemania) y Pearl Harbor (EEUU).

Más de setenta fueron los países implicados agrupados en dos frentes: el Aliado, capitaneado por EEUU, Francia, Reino Unido y Rusia, y el Eje, con Alemania, Italia -que luego cambió de bando- y Japón como banderas protagonistas. Todo ello traducido en innumerables cicatrices históricas que, a día de hoy, siguen supurando.

El fracaso entonces de la Sociedad de Naciones alumbró -y ensombreció- a su heredera, las Naciones Unidas; el Plan Marshall de recuperación de una Europa derruida se convirtió en pieza fundamental para la hegemonía económica estadounidense, y la creación del Estado de Israel en 1948 se traduce en uno de los principales focos de conflicto en el mundo actual.

La línea en principio bien definida de vencedores y vencidos o, más bien, entre héroes y villanos sigue difuminándose en el debate de los historiadores. El maniqueísmo, que alcanzó su auge durante los años de la Guerra Fría, sigue mostrando sus fallas conforme se van destapando informes de la época.

"La apertura parcial de los archivos soviéticos a raíz de la caída de la URSS ha alterado la compresión de la guerra en el frente oriental por parte de los estudiosos occidentales", escribían en el libro "La guerra que había que ganar" Williamson Murray y Allan R. Millet.

Que en 1945 Stalin optara al premio Nobel de la Paz por "sus esfuerzos para terminar la Segunda Guerra Mundial" y las bombas atómicas fueran consideradas un acto de liberación sólo criticado por una minoría de intelectuales, entre ellos Albert Camus, son datos que revelan el poder de la perspectiva.

"Pensé de inmediato que el pueblo japonés, cuyo valor siempre admiré, podía encontrar en la aparición de un arma casi sobrenatural como ésta (la bomba atómica) una excusa que salvaría su honor y los eximiría de su obligación de hacerse matar hasta el último hombre. Además, así no necesitaríamos a los rusos", argumentaba Churchill.

Por otro lado, sigue permaneciendo una crítica hacia la comunidad internacional que ya se hizo en su momento: la de hacer oídos sordos ante los primeros pasos de expansión nazi por su "utilidad" como freno para la pujanza comunista.

Los gobernantes franceses, cuando Hitler ocupó Renania en 1935, "parecieron incapaces de tomar una decisión sin el apoyo de Gran Bretaña, lo cual podría ser una explicación pero no una excusa", esgrimía ya en 1959 Churchill.

"No cabe duda de que el Estado Mayor hubiese obligado a Hitler a retirarse y es muy posible que hubiera resultado funesto para su mandato", aseguraba.

Por ello, Murray y Millet, aunque afirmaban categóricamente que "los defensores de la equivalencia moral cometen un error", sí reconocían que "a medida que el pasado se aleja de la memoria y cobra forma sobre la página impresa, los historiadores y otros comentaristas han empezado a emplear palabras suaves para describir la victoria".

Vía| ADN

viernes, 28 de agosto de 2009

Los secretos del búnker que protegió a Churchill durante la Segunda Guerra Mundial


Ante la amenaza de las bombas nazis en la II Guerra Mundial, Winston Churchill dirigió el Reino Unido desde un búnker en Londres que cobijó muchos secretos, algunos de los cuales ven ahora la luz, 64 años después del fin del conflicto.

El refugio subterráneo, construido bajo el Ministerio de Hacienda en pleno centro de la capital británica, entró en funcionamiento hace siete décadas, el 27 de agosto de 1939, sólo cinco días antes de que la Alemania de Adolf Hitler invadiera Polonia.

Con motivo del 70º aniversario del estallido de la contienda (1939-1945), una exposición organizada en el búnker revela la atmósfera que se respiraba en aquel subsuelo mientras el país soportaba -en palabras del propio Churchill- su "hora más negra".


Gracias al refugio, conocido en inglés como 'Cabinet War Rooms' (Estancias del Gabinete de Guerra), el carismático primer ministro conservador pudo ejercer la labor de Gobierno durante el llamado 'Blitz', el bombardeo sostenido que padeció el Reino Unido por la implacable Luftwaffe (Fuerza Aérea Germana) entre 1940 y 1941.

Aunque la "guarida" de Churchill ocupó 12.000 metros cuadrados de pasillos laberínticos capaces de albergar a 528 personas, la sección abierta al público no es más que una porción del refugio original.

Con todo, varios habitáculos siguen casi igual que antaño, como la Sala de Mapas, en cuyas paredes cuelgan todavía los planos con las marcas del curso de la guerra y en cuyas mesas reposan aún los teléfonos desde los que se hicieron y recibieron llamadas cruciales.

El aparato de comunicación radiofónica que daba conexión directa a Churchill con el presidente Franklin Delano Roosevelt en la Casa Blanca también continúa en el búnker, en silencio por el desuso pero tan ruidosamente evocador de las urgencias de la época.


En ese puzdle de recuerdos históricos, la exposición, que se titula "Secreto: La vida en el búnker de Churchill" y podrá visitarse desde hasta el 27 de agosto de 2010, encaja de maravilla.
La vida cotidiana en el refugio

La muestra recoge objetos de la vida cotidiana en el refugio (pases de seguridad, telegramas, señalizaciones de puertas, máscaras de gas y hasta un váter), así como cartas del personal del búnker y textos de discursos con los que Churchill levantó la moral nacional.

Uno de los artículos más curiosos es una misiva del alto funcionario Patrick Duff remitida en septiembre de 1940 a Edward Bridges, secretario del Gabinete, que desvela el enfado de Churchill al descubrir la precariedad del búnker para resistir un ataque nazi.

"El primer ministro -mecanografió Duff- dijo que le habían engañado al hacerle pensar que este lugar realmente era un refugio a prueba de bombas, cuando no se parece en lo más remoto".

Según la correspondencia, el jefe del Gobierno se quejó de que Duff "le había vendido la moto" al "hacerle pensar que este sitio es un verdadero refugio a prueba de bombas".

La verdad es que el búnker de Churchill, edificado a poco más de tres metros de profundidad y reforzado con una capa de tres metros de hormigón, difería bastante del que protegía a Hitler en Berlín, excavado a 10 metros bajo el suelo.

De cualquier manera y pese a que una bomba enemiga abrió un cráter cerca del refugio en una ocasión, no existen pruebas de que los nazis supieran del escondrijo del primer ministro.

Si bien el enemigo acechaba en la superficie, el 'premier' británico también corrió allí dentro ciertos riesgos, como los que provocaba la vena salvaje de Smokey, el gatito persa al que dejaba dormir en su cama.
La anécdota del gato problemático

Según el testimonio de una secretaria desvelado en la muestra, la paciencia de Churchill con Smokey se agotó un día durante una charla telefónica con Alan Brooke, jefe del Ejército, que el minino aprovechó para asestarle un buen mordisco en el dedo gordo del pie.

El líder conservador le espetó al gato un "¡Retírate, idiota!" que, al parecer, causó gran consternación al otro lado de la línea.

Churchill, considerado en Reino Unido un héroe a la altura del almirante Horacio Nelson, protagoniza la exposición de cabo a rabo, pero a veces merece la pena zambullirse en los relatos del personal que trabajó a su lado, para comprender el ambiente del búnker.

El oficinista Ray Smith, por ejemplo, habla de la pesadilla de dormir en aquel refugio, un sitio "no propicio para una buena noche de sueño", pues casi no corría el aire y resultaba "claustrofóbico".

No cabe duda de que el 'Cabinet War Rooms' marcó la vida de ciudadanos corrientes que vivieron allí hechos extraordinarios, como la mecanógrafa Myra Cooper: "Nosotros -cuenta- odiábamos la guerra. Todos la odiábamos, pero nos hizo crecer. Fue nuestra universidad".

Tras rendirse Japón en 1945, el búnker se cerró hasta 1984, cuando la entonces primera ministra Margaret Thatcher aprobó su apertura al público, subrayando que "sin la total dedicación de las personas que trabajaron aquí, la libertad propiamente dicha habría muerto".

Vía| El Mundo

Monumento a los polacos que salvaron judíos durante la Segunda Guerra Mundial

El presidente polaco, Lech Kaczynski, inauguró hoy en Lódz (centro de Polonia) un monumento en honor de los polacos que arriesgaron su vida para salvar a sus vecinos judíos del Holocausto, lo que permitió que miles de personas escapasen de la muerte a manos de las tropas de ocupación nazis.

Kaczynski también concedió medallas, muchas a título póstumo, a más de cincuenta polacos que ayudaron a escapar a judíos, algunos de ellos auténticos héroes, como la enfermera Irena Sendler, que logró ocultar y salvar de los alemanes a 2.500 niños.

El monumento tiene como fin destacar que no todos los polacos fueron indiferentes ante la tragedia que vivían sus conciudadanos judíos, sino que muchos lucharon para salvarles de perecer en campos de concentración y en guetos como el de Lódz, liquidado hace 65 años y donde se calcula que fallecieron más de 200.000 personas.

Durante la Segunda Guerra Mundial murieron en Polonia cerca de seis millones de ciudadanos, aproximadamente el 20 por ciento de la población del país en de aquel momento, de ellos unos tres millones eran judíos.

El próximo uno de septiembre se celebra el 70 aniversario del comienzo de este conflicto, que se inició en la ciudad de Danzig, la actual Gdansk polaca, en 1939.

Ese acto reunirá en Polonia a líderes de todo el mundo, entre ellos la canciller alemana, Ángela Merkel, y el primer ministro ruso, Vladimir Putin.

David Solar vuelve a la II Guerra Mundial con '1939. La venganza de Hitler'

Cuando se cumple el 70 aniversario de la II Guerra Mundial, el periodista e historiador David Solar retoma este evento en su último libro, '1939. La venganza de Hitler' (La Esfera de los Libros), un relato de los primeros momentos de la contienda, que comenzó el 1 de septiembre de ese mismo año, y que verá la luz a partir del día 8 del próximo mes.

En 1939 Hitler anexiona Checoslovaquia; Franco alcanza la victoria en la Guerra Civil española y organiza su dictadura; Mussolini invade impunemente Albania... La Europa democrática tiembla ante los envites de los dictadores y, después de haber intentado negociar con ellos, decide hacerles frente. Hasta lo que parecía imposible ocurrió aquel año: el Tercer Reich y la URSS firmaron un pacto de no agresión y acordaron repartirse Polonia.

El 1 de septiembre, los ejércitos alemanes penetraron en territorio polaco y dieron el pistoletazo de salida a la Segunda Guerra Mundial. Un viaje por la trayectoria de Hitler, decidido desde 1918 a vengarse de la derrota alemana en la Gran Guerra, sin consentir que se le interpusiera ningún obstáculo.

David Solar es fundador y director desde 1998 de La Aventura de la Historia y colaborador habitual del periódico El Mundo. Ha dirigido numerosas colecciones de carácter histórico, entre ellas la 'Revisión Histórica del Siglo XX: la II Guerra Mundial' (en 15 volúmenes), y es conferenciante y autor de centenares de artículos de política internacional e Historia.

TEMA ESTRELLA

El siglo XX, y en concreto la Segunda Guerra Mundial, es uno de los temas estrella en el catálogo de La Esfera de los Libros. Desde la creación de la editorial en 2001 muchos títulos se han incorporado a la colección de Historia del siglo XX. Visiones generales como la de Winston S. Churchill o la del experto Martin Gilbert, se mezclan con las monografías de David Solar sobre los errores estratégicos de Hitler o sus últimos días.

La Esfera también ha publicado las memorias de Goebbels, jefe de la propaganda del III Reich, o de Dönitz, sucesor de Hitler; así como las biografías de Rommel o Himler, jefe de las SS, a cuya historia también se dedica otro libro del catálogo. Y no faltan estudios sobre los alemanes y la Solución Final, escrito por Ian Kershaw, o sobre las relaciones entre Hitler y Franco, que realizó Stanley G. Payne.

Otra de las novedades editoriales para este año será una completa biografía sobre Goebbels, del historiador alemán Ralph Georg Reuth.

jueves, 27 de agosto de 2009

La sociedad Thule y su influencia durante el mandato del partido Nazi


La sociedad Thule (Thule-Gesellschaft) fue fundada por Rudolf von Sebottendorff (estudioso de ocultismo, alquimia y demás disciplinas esotéricas) agosto del año 1918. Muchos alemanes de alta posición pertenecieron a ella. Fue una de las primeras sociedades (junto con algunas más antiguas como la "Germanenorden" o la "orden teutónica" ) en usar la esvástica como su símbolo (aunque la bandera que todos conocemos fue creada por otro miembro de la sociedad Thule llamado Doctor Krohn) Creían en la idea de que ciertos sacerdotes se salvaron durante la destrucción de la Atlántida y consiguieron huir hasta un refugio en el Tíbet.


Creían que encontrándolos lograrían entrar en contacto con ciertas entidades llamadas los "Maestros", para conseguir que se unieran a ellos y les ayudasen a desarrollar sus poderes místicos en base a una energía que ellos llamaban “Vrill”. Gracias a esto, lograrían crear una raza de Superhombres que llevasen el ideal "Ario" por todo el mundo Una vez en el poder, muchos miembros de las altas esferas nazis fueron miembros de la Sociedad Thule y de otras órdenes esotéricas, sobre todo en las SS. El Reischfuhrer de las SS Heinrich Himmler, era un ávido estudiante de las ciencias ocultas; e incluso fue creado un departamento de investigación de lo oculto en las SS, la “Ahnernerbe” (Herencia Ancestral) fue establecida en 1935 con el Coronel de las SS Wolfram von Sievers a su cabeza. Estos investigadores fueron los encargados de buscar las reliquias y lugares míticos que obsesionaban a Hitler.


Hitler se convirtió en un coleccionista compulsivo de extrañas reliquias, no sólo cristianas, sino también de reliquias nórdicas y germanas (generalmente de dudosa procedencia o autenticidad). La creencia de la cúpula del poder nazi en estas supersticiones llevó a los líderes de las SS a adornar sus emblemas con runas de orientación nórdica: el signo original de las SS es la runa llamada Sowilo. Otra de las maneras de imponer esta pseudo religión (que se basaba como evangelio en el libro “El Mito de la Sangre” deAlfred Rosenberg) fue educar a los jóvenes de las Juventudes Hitlerianas en la antigua religión de Wotan e incitar a los miembros de las SS a seguir una serie de ritos llegándose a establecer entre los miembros de las SS unas bodas basadas en esta nueva religión (cuyo centro de operaciones era el castillo de Welwelsburg, en Westfalia y su mayor representante era Heinrich Himmler).


Cuando los Aliados descubrieron la importancia que los nazis daban al esoterismo, sobre todo entre los mandos, crearon, dentro del MI5, el Departamento Ocultista, contratando como asesor al mismo Aleister Crowley.


Guías Místicos de Hitler


Johann Dietrich Eckart fue uno de los primero fundadores del partido nazi y gran creyente de las sesiones espiritista, siendo en una de ellas donde se le profetizaba la llaga de aquel que salvaría a la gran raza aria, ese “Mesías” seria Adolf Hitler. Dietrich, el hombre que dijo “Yo he iniciado a Hitler en la Doctrina Secreta, he abierto sus centros de visión y le he proporcionado los medios para comunicarse con los poderes” se volvió su mentor. Pero Diterich no llegaría a presenciar los avances que en esta materia alcanzaría su diabólico discípulo, ya que moriría víctima de la iperita en 1923. Antes de su deceso había pronunciado: "Seguid a Hitler. Él bailará, pero yo he compuesto la música. Le hemos dado los medios de comunicarse con Ellos… No me lloréis: yo habré influido en la Historia más que ningún alemán…"


Jan Eric Nauseen, dirigía la segunda parte del espectáculo del Scala de la capital alemana, con sus exhibiciones paranormales tenía embelesado a Hitler (principalmente por sus escritos mítico-esotéricos), así como a sus compañeros ideológicosRudolf Hess, Goebbels y Heydrich, insipientes estudiantes de ocultismo.


Era tanta la afición de dichos personajes por el ocultismo, que Hitler, Hess y Goebbels, eran incapaces de llevar a cabo una decisión política, sin consultar con sus astrólogos y videntes, por lo que llega a convertirse en el astrólogo particular de Hitler, hasta la noche del 24 febrero de 1933, en una reunión privada en el Palacio del Ocultismo, entre altos personajes de Berlín y varios dirigentes del partido nacionalsocialista, Hanussen cayó en trance y con voz quebrada, vaticinó: La multitud..., una gran multitud en las calles... Todo un pueblo aclamando los desfiles de nuestros SS... Es de noche, desgarrada de fuego... Veo los reverberos iluminados, las luces de la alegría, la cruz en su vorágine de fuego... Es la llama de la liberación alemana, el fuego sobre las viejas servidumbres, el fuego que canta la gran victoria del partido... Ahora alcanza una gran casa... ¡Un palacio! Las llamas salen por las ventanas..., se extienden... Una cúpula pronto, va a derrumbarse... ¡Es la cúpula del Reichstag que flamea en la noche! Exactamente cuarenta y ocho horas después (a las nueve en punto de la noche), la inmensa mole del Reichstag ardía. Pretexto que seria usado por los nacionalsocialistas para culpar a los integrantes del partido comunista y así poder hacerse del poder absoluto, por lo que Adolf Hitler, su protector desde hacía años, jamás le perdonó aquella revelación tan inoportuna como anticipada. Así que solo un mes después Karl Ernst, y tresasesinos de la SA lo detuvieron el 24 de marzo de 1933 ante la entrada del Scala. Y unos días más tarde, el Volkischer Beobachter, en su edición del 8 de abril de 1933, insertaba una pequeña nota.


En las afueras de Berlín, entre Baruth y Neuhrof, en un bosque, unos leñadores acaban de descubrir el cadáver de un desconocido, parcialmente devorado por animales salvajes.


Las SS (Shutz Staffel Tropas de protección) fueron una organización paramilitar al servicio directo de Adolf Hitler, que tenían como misión la protección de los líderes del NSDAP, el partido nazi y más tarde la defensa de la pureza nacionalsocialista, el rescate de las tradiciones germánicas, así como otros objetivos tan variados como lo permitió el crecimiento del grupo. Tan variados y oscuros como los de las SS Totenkopf (grupo de las calaveras). Desde sus inicios, este grupo se caracterizaba por ser objeto de una fuerte selección, era una organización abiertamente elitista, que representaría los más profundos ideales del Nacional Socialismo. Sin embargo, también sería un símbolo del terror y la violenta represión del régimen nazi. Así se constituyó "La Orden Negra" en todo el sentido maligno que se le puede atribuir al tal título. Dirigidas por el Reichsführer de las SS, Hinrich Himmler considerado como el segundo hombre más importante del tercer Reich.


Himmler se había entregado al espiritismo, las ciencias ocultas y la astrología desde el final de su adolescencia, dándole la espalda al catolicismo. Creía que era la reencarnación de Enrique el Cazador, fundador de la casa real de Sajonia, y del estado Alemán, consecuentemente. Todo esto fue incorporado a la religión que les impondría a las SS. Otra de las acciones encaminadas a la exaltación de las tradiciones germanas, es el intercambio de las fiestas cristianas por fiestas germánicas. Himmler incursionó en ocultismo a través de sus estudios del Santo Grial, y fue un partidario de la Thule (una organización ocultista alemana). Era tal el afán de Himmler de que las SS tuvieran al personal más puro de Alemania, que se dio a la tarea de purgarla, reteniendo únicamente a aquellos que pudieran comprobar que su origen se encontraba libre de judíos o razas inferiores hasta 1750, además de que tenían que tener las mejores características físicas germanas. Una vez que el aspirante cubría los extensos requisitos, se le entregaban el uniforme negro de las SS con la calavera plateada y una daga ceremonial. En adelante debían asistir a lo que Francis King, autor de Satan and the Swastika (Satanás y la svástica) describe como “ceremonias neopaganas de una religión específica de las SS, creada por Himmler y derivada de su interés por el ocultismo y la adoración de Woden”.


El centro del «culto» de las SS fue el castillo de Wewelsburg, en Westfalia, que Himmler compró en ruinas en 1934 y reconstruyó durante los 11 años siguientes, con un coste de 13 millones de marcos. El vestíbulo central, donde se celebraban los banquetes, contenía una enorme mesa redonda con 13 sillones que parecían tronos, en los que se sentaban Himmler y doce de sus “apóstoles” más queridos. Debajo de este vestíbulo se encontraba el “vestíbulo de los muertos” donde se levantaban trece peanas en torno a una mesa de piedra. A medida que los integrantes del círculo íntimo de las SS morían, se quemaba su escudo de armas que, junto con sus cenizas, era colocado en una urna sobre una de las peanas, donde era venerado. Dicho castillo se encontraba lleno de simbología mágica y ocultista, además de estar en un punto de gran poder, que lo hacían irradiar una poderosa energía.


Desde aquí, Himmler cumplió la misión maestra de realizar el genocidio sistemático de los judíos y razas inferiores. Millones de judíos, eslavos, gitanos, homosexuales y elementos opositores al régimen fueron exterminados. Himmler poseía entre sus otros extraños pensamientos, la creencia de un "calor animal" que haría que al sumergir a las víctimas en agua helada y se les colocar después entre los cuerpos desnudos de prostitutas para ser revividos. También era creyente de la craneología, la corriente pseudo-científica acerca del conocimiento de las tendencias humanas por medio de la forma del cráneo, y precisamente esa creencia llevó a cientos de judíos a la muerte, al ser decapitadas, al realizar una estadística sobre la medida de sus cráneos.


Así mismo la búsqueda de reliquias sagradas, como la lanza del destino, que según la tradición es aquella con la que un soldado romano hirió el costado de Jesucristo en la crucifixión, el Santo Grial, la Arca de la Alianza, vestigios de la raza aria en lugares como México, Perú, Egipto y el Tibet único lugar donde las búsquedas arqueológicas dieron fruto, encontrando gran cantidad de lugares sagrados con la efigie de la cruz svástica. No deja a la fantasía e imaginación de Hollywood las películas de Indiana Jones.


En los años veinte, cuando el movimiento Nacionalsocialista daba sus primeros pasos, Hitler pidió que se prepararan dibujos de un símbolo fácilmente reconocible, equivalente a la hoz y el martillo de los comunistas. Friedrich Krohn, dentista de Sternberg que era también ocultista, sugirió una svástica sobre un disco blanco en un fondo rojo. El rojo simbolizaba la sangre y el ideal social; el blanco el nacionalismo y la pureza de la raza, mientras que la svástica representaría la “lucha por la victoria del ario”. Hitler quedó encantado, salvo por un detalle: la tradicional svástica orientada hacia la derecha debía ser invertida para formar lo que el escritor Francis King denomina «una evocación del mal, la degeneración espiritual y la magia negra». La svástica siempre fue un símbolo de la buena suerte, desde los tiempos más antiguos y en numerosas naciones; ha sido hallada en objetos chinos, mongoles e indoamericanos, aunque jamás, curiosamente, entre los pueblos semitas (judíos y árabes). La palabra svástica (o svastika) proviene del sánscrito su asti, que significa, traducido literalmente, «bueno es». De hecho la svástica, con sus brazos “suspendidos” como si el conjunto girara en el sentido de las agujas del reloj, simbolizaba el Sol, los poderes benéficos de la luz.

Rusia y Mongolia rechazan falsificaciones históricas de la Segunda Guerra Mundial

El presidente ruso, Dmitri Medvédev, declaró hoy que Rusia y Mongolia rechazarán con resolución cualesquiera falsificaciones históricas de la Segunda Guerra Mundial.

"Considero inadmisibles las falsificaciones y declaraciones que tergiversan la esencia de esa victoria", dijo Medvédev en un acto conmemorativo del 70º aniversario de la victoria conjunta de los dos países en la batalla de Jaljin Gol, celebrado este miércoles en Ulán Bator, capital de Mongolia.

Por su parte, el presidente mongol, Tsakhiagiin Elbegdorj, destacó que "precisamente la victoria de la URSS en aquella guerra ofreció a Mongolia la oportunidad de robustecer y defender su soberanía e independencia".

Al agradecer a los veteranos de la batalla de Jaljin Gol por los actos de heroísmo y valor, Medvédev destacó que la derrota del Ejército japonés "significó importantes cambios" en el escenario geopolítico e "hizo a Japón desistir de los planes de entrar en la guerra contra la Unión Soviética del lado de Alemania nazi".

En agosto de 1939, pocas semanas antes de que Hitler invadiera Polonia, la URSS y Japón libraron la mayor batalla de tanques jamás vista hasta entonces. En el plano estratégico esta batalla resultó trascendental, porque, tras una aplastante victoria soviética, Japón decidiría expandirse hacia el Pacífico, al ver un adversario más débil en Estados Unidos, y la Unión Soviética podría concentrar todas sus tropas contra la Alemania nazi.

La batalla de Jaljin Gol fue una de las batallas más decisivas del siglo XX, pues definió el curso que seguiría la Segunda Guerra Mundial.

Vía| RIA Novosti

miércoles, 26 de agosto de 2009

Quién sabe dónde...? (II)


Hoy tengo ganas de poneros a prueba... A ver quién me puede decir dónde esta este Memorial y a quién esté dedicado.
Como pista os diré que tiene relación con una de las batallas más importantes del Teatro Europeo.

El Pacto de no agresión Germano-Soviético

Este post va dedicado a nuestro amigo Lorenzo, que este año comienza Bachillerato y ya ha demostrado algunas inquietudes por nuestro tema favorito: La SegundaGuerra Mundial.

Suerte Lorenzo, y bienvenido al club.



La URSS había intentado alcanzar un acuerdo de seguridad colectiva contra la Alemania nazi con Francia y Gran Bretaña. La firma de los acuerdos de Munich en septiembre de 1938, dejó a los soviéticos ante la perspectiva de enfrentarse en solitario a la expansión nazi en Europa oriental. Stalin inició, por consecuencia, una nueva orientación diplomática. Sustituyó a Maksim Litvinov, judío y partidario de la seguridad colectiva, como ministro de exteriores, sustituyéndolo por Molotov, quién inició inmediatamente negociaciones con Von Ribbentrop, ministro nazi de asuntos exteriores. Aunque las negociaciones con los occidentales continuaron, Stalin optó por el pacto con Hitler para conseguir el tiempo necesario que le permitiera reconstruir su ejército, fuertemente debilitado por las purgas de 1937. Para Hitler, el pacto le abría la posibilidad de invadir Polonia y volverse posteriormente con Gran Bretaña y Francia.



El pacto, finalmente, fue firmado en Moscú por Ribbentrop y Molotov en presencia de Stalin.

Por el pacto de no agresión, ambos países acordaron no atacarse, ni independientemente ni en alianza con otros estados; no apoyar a otro tercer país que pudiera atacar a la otra parte del pacto; continuar las consultas sobre los temas de interés común; no unirse a ningún grupo de potencias que directa o indirectamente pudiera amenazar a cualquiera de las partes firmantes; y a resolver sus diferencias mediante la negociación. El pacto tendría una duración de 10 años.

A este tratado se le unió un protocolo secreto que dividía la Europa oriental en zonas de influencia germana y soviética. Se acordó la partición de Polonia y se dejó a Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y la Besarabia en el área de influencia soviética.

Así cuando Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939, las tropas soviéticas entraron en el país, estableciéndose la mutua frontera en el río Bug. En noviembre de 1939, la URSS atacó Finlandia y la forzó a ceder el istmo de Karelia. Las repúblicas bálticas fueron también anexionadas por Stalin, pasando a configurarse como repúblicas soviéticas en agosto de 1940.

Finalmente, el pacto de no agresión fue roto por Hitler el 22 de junio de 1941, cuando las tropas nazis se lanzaron a la invasión de la URSS.

martes, 25 de agosto de 2009

Pétain, el hombre de Vichy


Henri Philippe Benoni Omer Joseph Pétain (Cauchy-à-la-Tour, Francia, 24 de abril de 1856 - Port-Joinville, Isla de Yeu, id., 23 de julio de 1951) fue un general y político francés jefe de estado durante la invasión alemana de 1940 y, posteriormente, cabeza visible del régimen colaboracionista de la Francia de Vichy.

Realizó sus estudios militares en la Academia de Saint Cyr, en la que se graduó en 1878 como oficial de Infantería. No destacó demasiado y se dedicó a dar clases en la École de Guerre. Se mostró favorable a las líneas defensivas. Ascendido a coronel en 1912. Poco después de estallar la Primera Guerra Mundial alcanzó el generalato. Al frente del II Ejército francés intervino en la victoria de Champaña, en septiembre de 1915, y al año siguiente en la defensa de Verdún. La forma en que dirigió las operaciones militares de esta larga batalla, que duró diez meses, le granjeó el respeto y la admiración de sus compatriotas.

Tras la Gran Guerra no volvió a entrar en combate hasta 1925, cuando se le encargó acabar con los rifeños insurrectos de Marruecos, a los que sometió en apenas un año.

Ocupó varios cargos como el de embajador de Francia en España en 1939 o el de ministro de guerra años antes. En los primeros años de la II Guerra Mundial fue el jefe de estado en funciones. Tras la inesperada derrota de los ejércitos galos en 1940 pasó a ser ministro de Estado y vicepresidente de la Francia no ocupada o Francia de Vichy. El desembarco de Normandía y la desaparición del régimen de Vichy supusieron su decadencia final siendo acusado de traidor y condenado a muerte, si bien se le conmutó la pena por cadena perpetua.

El mariscal Pétain fue internado en el Fort du Portalet, en los Pirineos, del 15 de agosto al 16 de noviembre de 1945, y posteriormente fue transferido al Fort de la Citadelle, en la Isla de Yeu. Su esposa se trasladó también a la isla, y sería favorecida con el derecho de visitar diariamente a su marido. La salud del mariscal declinó considerablemente a comienzos del año 1951, perdiendo cada vez más la lucidez. Vincent Auriol, presidente de la república, viendo el fin cerca, autorizó el 8 de julio de 1951 su salida de prisión y su traslado a una residencia. Así, Pétain fue trasferido a una casa particular en Port-Joinville, en la misma isla de Yeu el 29 de junio de 1951, donde fallecería pocos días después, el 23 de julio de 1951. Sus restos fueron inhumados en el cementerio marino de la isla de Yeu.

Vía| La Crónica Política

Subastarán un avión de caza de la Segunda Guerra Mundial restaurado


Un Hawker Hurricane MkIIA, avión de caza utilizado por la Fuerza Aérea Británica (RAF) durante la Segunda Guerra Mundial en la Batalla de Inglaterra y el Batalla de Francia, tras ser restaurado, será subastado el próximo 27 de septiembre en Melbourne (Australia).

Derribado en combate sobre la tundra rusa en 1943, en 1991 el avión fue recuperado y vendido, un año más tarde, a un coleccionista de Nueva Zelanda.

Sólo hay once unidades de ‘Hurri’, como es popularmente conocido este modelo, en todo el mundo que pueden seguir volando pese a sus casi 60 años de historia.

Se estima que alcanzará un precio de venta entre 120.000 y 240.000 euros.

Podemos hacer una colecta entre todos y comprarlo, no? :D

lunes, 24 de agosto de 2009

Los mitos de la Segunda Guerra Mundial

En su flamante libro "Humo humano", el norteamericano Nicholson Baker propone una mirada distinta sobre la Segunda Guerra Mundial que entrecruza momentos decisivos de la contienda con destellos de escenas cotidianas e históricas ampliamente documentadas.

A partir de fragmentos de diarios, discursos y libros de la época, sin olvidar los folletos propagandísticos entre otras fuentes, el autor ofrece el testimonio coral de escritores, periodistas, políticos y militares para reconstruir cómo fue la antesala que desencadenó la guerra y el holocausto judío.

"Humo humano", recién editado por el sello Debate, reconstruye a lo largo de 535 páginas el período que abarca desde fines del siglo XIX hasta diciembre de 1941 y destruye la visión maniquea según la cual en un bando estaban los demócratas defensores de los derechos humanos y en el otro los bárbaros fascistas, nazis y japoneses sin escrúpulos.

Entre otros aspectos, Baker recuerda que Joseph Stalin y su despótico régimen se encontraban en el bando de los "aliados", a la vez que ilustra las salvajes propuestas de Winston Churchill, de un joven Franklin Roosevelt o de tantos políticos aliados que han pasado a la historia como garantes de la justicia y de las libertades.

"Estoy decididamente a favor de emplear gas tóxico contra tribus incivilizadas", escribe el primer ministro británico al jefe de la Royal Air Force, convencido de emplear ese fluido prohibido sobre las ciudades alemanas para trasmitir el mensaje de que los alemanes deben rebelarse contra Hitler.

Los textos que reproduce el autor -que ha escrito siete novelas y se licenció en Filosofía en el Haverford College- recuerdan que el antisemitismo no fue sólo un sentimiento alimentado por el nazismo, sino parte de un clima general.

Baker recuerda también que cuando aún era un simple abogado, el futuro presidente Roosevelt se dirigió a la Junta de Supervisores de Harvard proponiendo que se redujera el número de judíos en la Universidad hasta que sólo representaran un 15 por ciento.

"Humo humano" intenta algo casi imposible: destruir el mito de que la Segunda Guerra Mundial fue una guerra buena, la última guerra justa: no es un hallazgo que los Aliados quemaron Alemania y convirtieron en humo a miles de personas, pero lo que pocos libros han contado es que los políticos que ordenaron este ataque despiadado sabían que la táctica no sólo era cruel sino también inútil.

"¿Qué diferencia hay entre arrojar a quinientos bebés a una hoguera y arrojar fuego desde un avión sobre quinientos bebés? No hay ninguna", se preguntó un piloto británico en 1937 después de matar con sus bombas a decenas de iraquíes.

Según Baker, Churchill hizo oídos sordos a este interrogante: "Para Churchill -escribe Baker- los bombardeos aéreos eran una forma de pedagogía, una manera de mostrar a los habitantes de las ciudades (alemanas), el horror de los campos de batalla matándolos".

En algún momento, el libro oficia casi como una biografía desautorizada del hombre que pasó a la Historia como el viejo héroe que salvó a Inglaterra de la garra nazi, el abuelo capaz de posar con su puro y la ametralladora de los gangsters de Chicago mientras saludaba a los fotógrafos con la V de la Victoria.

Churchill fue protagonista de esas facetas pero también de otras más siniestras y oscuras, que escribían frases como ésta: "Me alegra mucho saber que las existencias para la guerra química van aumentando en este país (Gran Bretaña). Sigan adelante".

Lejos de fijar posición personal, Baker se limita en su obra a seleccionar las declaraciones, los artículos de prensa, las cartas o los diarios en los que los protagonistas se expresan en primera persona, añadiendo de vez en cuando breves comentarios sobre el contexto y la fecha de los documentos.

La mirada del autor se concentra en dos de los mayores puntos ríspidos del conflicto: el sistemático bombardeo de poblaciones civiles y las iniciativas -en realidad la absoluta ausencia de iniciativas oficiales- para salvar a los judíos perseguidos por el nazismo.

Vía| Telam

Aniversario pacto Stalin-Hitler, país dividido

El aniversario del pacto de no agresión Molotov-Ribbentrop, entre la Alemania de Adolfo Hitler y la Unión Soviética de José Stalin, de cuya firma se cumplieron 70 años ayer, divide la apreciación de la memoria histórica de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) entre políticos, historiadores y ciudadanos rusos.

El Kremlim, luego de la era soviética, lanzó desde hace tiempo una campaña de reafirmación del rol clave del gobierno de Stalin en la derrota del nazismo, aunque el pacto con Hitler marca un episodio histórico embarazoso para parte de la población rusa.

Según un sondeo del Instituto Vtsiom, la mayoría de los rusos, el 57%, no ve nada "reprobable" en el pacto y el 63% piensa que se trató solamente de una estrategia de Stalin para evitar la guerra con Hitler o, al menos, posponerla para organizar mejor a la Armada Roja.

En cambio, un 25% cree que el acuerdo ayudó a Hitler a desencadenar la Segunda Guerra Mundial al invadir Polonia el 1ro. de septiembre de 1939. "El pacto fue oportuno, indispensable, legítimo, en las condiciones de la época y realista desde un punto de vista estratégico", opinó Iuli Kvirsinski, vicejefe de la comisión de Asuntos Exteriores del parlamento ruso. Entre los políticos, solamente grupos de oposición extra parlamentarios reflexionan sobre "el cinismo de Stalin".
Más dividido se presenta el panorama entre los historiadores rusos, aún en el seno de la prestigiosa Academia de las Ciencias.

Para el especialista Mijail Miagkov, el pacto refleja "una praxis normal del período prebélico", mientras que para su colega Natalia Lebedeva, a la luz de nuevos documentos de archivo, "fue una sorpresa" no solamente para Europa occidental, sino también "para los mismos diplomáticos soviéticos".

domingo, 23 de agosto de 2009

Sabias que...? El consumo de los B-17



Todos conocemos los famosos B-17, las “fortaleza volante” de la Segunda Guerra Mundial como fueron conocidos estos bombarderos, pero realmente lo que más llevaba no eran bombas. Se fabricaron más de 12.000 de estos aparatos para el bando aliado y el número de misiones en las que intervinieron es brutal, arrojando casi 650.000 toneladas de bombas sobre Europa.

Tomando como punto de partida este número de toneladas de bombas lanzadas por los B-17, nos podemos hacer una mejor idea de los números que les voy a dar a continuación. Un B-17, en una misión típica durante aquella guerra, cargaba con 4 toneladas de bombas, lo que es un número nada desdeñable. Para mover el avión y estas bombas, el combustible que se cargaba para una misión eran 11 toneladas, casi el triple que de bombas. Por lo tanto, si lanzó más de 650.000 toneladas de bombas, es temible la cantidad de combustible que se bebieron aquellos bichos.

Vía|Curistoria

Un libro revela el horror de los burdeles en los campos de concentración nazi

Las historias de horror de los campos de concentración nazis parecen no tener fin. Un nuevo libro, que será presentado el próximo miércoles en el Parlamento alemán, revela cómo, a partir de 1942, las autoridades comenzaron a establecer burdeles en los campos, en los que algunas prisioneras eran obligadas a mantener relaciones con otros prisioneros. Los carceleros nazis pensaban que los cautivos a los que se obligaba a hacer trabajos forzosos rendirían más si se les prometía tener sexo.

"En la memoria colectiva y en la historia escrita de la Segunda Guerra Mundial, los burdeles de los campos fueron un tabú durante mucho tiempo", comenta Robert Sommer, autor del libro, titulado Das KZ Bordell (El burdel del campo de concentración). "Los ex prisioneros no querían hablar de esto. Es una cuestión difícil de gestionar. No encajaba bien en la imagen de los campos de concentración como monumentos al sufrimiento", comenta Sommer.

Las SS (policía militar nazi) empezaron a establecer los burdeles en 1942 en el campo de Mathausen, y llegaron a abrir diez, el mayor en Auschwitz, donde trabajaron una veintena de mujeres. El último estuvo abierto hasta principios de 1945, año del fin de la guerra. En los burdeles no trabajaban mujeres judías, ni los prisioneros judíos tenían acceso. Además los nazis impusieron una rígida división por "raza", así que los alemanes sólo podían ir con mujeres alemanas y los eslavos sólo con eslavas. "Los nazis pensaban aumentar la productividad de los prisioneros ofreciéndole un incentivo", cuenta el autor del libro, "pero no funcionó mucho, ya que eran muy pocos los que estaban en condiciones físicas para ir".

Se calcula que en los burdeles trabajaron unas 200 mujeres. "Les prometían que, si cumplían, las iban a liberar después de seis meses. Pero la promesa nunca se hizo realidad", cuenta Sommer quien subraya que "los burdeles revelan otra dimensión del horror nazi, donde las mismas víctimas de los nazis se convertían explotadores de estas mujeres".

Después de la guerra, muchas de estas mujeres tuvieron que vivir con el peso del estigma social que permaneció sobre ellas a pesar de haber sido víctimas de la violencia brutal del sistema nazi. "No conocemos a nadie que haya recibido alguna compensación por lo que sufrieron", dice Sommer, "es importante que a estas mujeres se les devuelva la dignidad".

Vía| War2hobby

sábado, 22 de agosto de 2009

Merkel pide llenar de vida el memorial para los deportados de la guerra

La canciller alemana, Angela Merkel, hizo hoy un llamamiento a llenar de vida el previsto y polémico memorial para los deportados de la Segunda Guerra Mundial para recordar a los mas de 13 millones de germanos que fueron expulsados de los antiguos territorios alemanes en el este de Europa.

Tras señalar que esta será tarea de la próxima legislatura, la canciller rechazó las acusaciones vertidas por algunos países vecinos, como es el caso de Polonia, contra la Federación de Deportados (BdV) de pretender con ese monumento reescribir la historia.

La huida y la deportación de los alemanes de Polonia, el Báltico, Checoslovaquia y otros países centroeuropeos fueron una consecuencia inmediata de la guerra que empezó Alemania y de los crímenes cometidos por el nacionalsocialismo, dijo Merkel durante los actos del Día de la Patria que celebra anualmente la BdV.

"Asumimos nuestra responsabilidad en el mas oscuro capítulo de la historia alemana. No estamos alterando la historia", afirmó Merkel ante los mas de 2.000 participantes en la reunión en el Centro Internacional de Congresos de Berlín (ICC).

El centro de documentación del memorial para los deportados no debe abrir viejas heridas, añadió la canciller, quien comentó que "la historia de la huida y deportación nos afecta a todos. Forma parte de nuestra identidad nacional y de nuestra memoria común".

El citado memorial será construido en los próximo años en Berlín con el fin de recordar a los millones de alemanes que se vieron forzados a abandonar al término de la guerra las antiguas regiones germanas de Pomerania, Silesia y Prusia Oriental, hoy territorio polaco, así como los Sudetes checos y otros países del este y centro europeos.

miércoles, 19 de agosto de 2009

El "What if" del verano

Bueno, mientras estoy haciendo un poco de turismo cultural y gastronómico por tierras Burgalesas os dejo este post con unas imágenes "inéditas" sobre algunas de las armas más "sofisticadas" que usaron ambos bandos durante la Segunda Guerra Mundial.

Espero que os gusten... y que la fuerza os acompañe :)












domingo, 16 de agosto de 2009

Lo prometido es deuda

Tal y como os prometí ayer, os dejo unas imágenes interesantes de mi viaje a Praga... nada de lo habitual, claro.

En la entrada de mi hotel me encontré con este vehículo de un muy insigne propietario.






Y en una excursión a la localidad de Karlstejn, donde está este famoso castillo:




en el pueblo aledaño (de no más de 60 viviendas y tiendas) encontré una tienda de antigüedades con multitud de objetos relacionados con la Segunda guerra Mundial: cascos de varios ejércitos (uno de la SS a 500 euros), hebillas de cinturóan, medallas y condecoraciones de los ejércitos ruso y alemán, botones de uniformes, sombreros y gorras de plato, anillos, googles... y claro, no me pude resistir y me compré algo.

Tras mucho mirar por la tienda, finalmente el dueño de la tienda me enseñó el contenido de un cajón quetenía cerrado al público con cantidad de onjetos interesantes... y esta pitillera fue mi elección final:



¿Qué os parece?

sábado, 15 de agosto de 2009

De vuelta.. y de ida

Hola a tod@s,

Aunque no lo hayáis notado porque tenía programados un par de posts, acabo de llegar de la Praga donde he estado los últimos cinco días.

Una ciudad muy bonita con un centro histórico y unos alrededores realmente impresionantes... eso sí, con muchas reminiscencias de un pasado comunista nada lejano que se deja notar en edificios, vestuarios y ambiente, pero con muchas pretensiones y síntomas de un neocapitalismo incipiente... y sin duda una visita muy recomendable.

Mañana os pondré algunas fotos de los que en realidad nos gusta, un par de detalles de la Segunda Guerra Mundial, que seguro que no son nada que os podáis imaginar deantemano.

Por cierto, el martes me voy a Burgos cuatro días, así que para no dejaros huérfanos esos días también os dejaré algo programado :)

viernes, 14 de agosto de 2009

Conflictos de Malta

Ante la insistencia de Mussolini, a quien no le faltaba razón para pensar que Malta era una de las causas del desastre italiano en África, el General Kurt Student, y el Mariscal de Campo Albert Kesselring convencieron a Hitler que era imprescindible capturar Malta desde donde procedían los bombarderos que diezmaban las flotas de aprovisionamiento para las fuerzas del Eje en África.

En consecuencia, los planes para la Operación Hércules fueron definidos en 1941 como parte de la estrategia para el Mediterráneo. La operación daba como fecha de ejecución el mes de julio de 1942, mediante un ataque combinado aeronaval, cuyos primeros objetivos debían ser alcanzados mediante un asalto de paracaidistas, apoyados después con tropas aerotransportadas. Esos objetivos principales eran los aeródromos británicos, porque era desde donde los británicos podías lanzar sus ataques contra la flota de invasión

Hasta la fecha se ven las huellas de la guerra en los edificios de Malta. El primer asalto lo debía ejecutar la 1ra División Paracaidista al mando del Mayor von der Heydte que incluía además los Regimientos 4 y 5 de paracaidistas, más los refuerzos de las divisiones aerotransportadas italianas, Folgore y Superba. Se contaba también con una unidad de tanques rusos capturados. Todas esas fuerzas paracaidistas y aerotransportadas, totalizando unos 35 mil hombres, dependían de la marina italiana para su protección marítima y aprovisionamiento y de la Luftwaffe y la aviación italiana, para la cobertura aérea. En 1942, la supremacía aérea en los alrededores de Malta era total por parte del Eje y los británicos no estaban en condiciones de enviar una fuerza de portaaviones a esa zona. Por tanto el momento era propicio para realizar el ataque con la certeza de que la isla sería capturada. Sin embargo los juegos del destino hicieron que tal cosa no sucediera.

En esos momentos, en África, Rommel obtenía muy buenos éxitos ante las fuerzas británicas que se batían de derrota en derrota. Rommel recapturaba Tobruk y dos acorazados británicos eran hundidos por hombres rana de la Real Armada Italiana. Por otro lado, Hitler estaba demasiado ocupado, y un tanto preocupado por la invasión de la URSS y decidió postergar la Operación Hércules, la cual en ese momento no la consideraba imprescindible. El 10 de junio de 1940, las fuerzas de Malta contaban apenas con 68, de las 156 baterías antiaéreas requeridas para la adecuada defensa de la base naval en La Valetta y de los tres campos aéreos. La aviación contaba apenas con 9 aviones biplanos obsoletos, 5 Swordfish y 4 Gloster Gladiators. Durante las primeras confrontaciones con los italianos los 5 Swordfish y un Gladiator fueron derribados o dañados más allá de las posibilidades de reparación. Los tres Gladiators restantes fueron bautizados Faith, Hope y Charity (Fe, Esperanza y Caridad) y resistieron durante 18 días los ataques italianos. Los restos de Fe, se pueden ver en el Museo de Guerra de Malta en La Valetta.

El 4 de julio de 1940, ya Italia había bombardeado la isla muchas veces. Un intento de invasión utilizando la Décima Flottiglia MAS, terminó en desastre cuando los defensores de la isla avistaron los botes de la flotilla MAS.

El 9 de enero de 1941, los Stukas enviados por el General Kesselring, avistaron un convoy que navegaba al sur de la isla de Cerdeña. Durante el ataque fueron hundidos dos buques cargueros, pero el portaaviones HMS Illustrious que llevaba aviones para Malta. Seis bombas de 500 Kgs hicieron diana en la cubierta de vuelo y apenas el barco logró entrar a puerto. Al día siguiente los cruceros HMS Gloucester y HMS Southampton fueron bombardeados y este último luego chocó con una mina y fue hundido por la tripulación. El HMS Illustrious sufrió varios ataques más, pero fue reparado y salió rumbo a Alejandría sin ser detectado el día 23 de enero. El Illustrious no podía seguir operando en combate. Para los británicos el Mediterráneo se quedaba sin un solo portaaviones, dado que el Eagle tampoco estaba en situación de operar en combate.

Los ataques aéreos, a un ritmo de tres o cuatro al día, eran tan devastadores que se utilizaron todos los escasos medios para defender la isla y las autoridades se vieron obligadas a poner severos planes de racionamiento. En un momento, la población se negó a ayudar en las tareas de desescombro. En vista de la indefensión de la isla, desde El Cairo se enviaron aviones Hurricane, pero los cruceros Sunderland y Wellington recibieron órdenes de abandonar la isla debido al peligro que enfrentaban y a la poca utilidad en la defensa de la isla.

El 12 de junio de 1942, un convoy enviado a Malta con aprovisionamientos es atacado por fuerzas del Eje que hunden 6 mercantes y 6 buques de escolta. El 8 de julio de 1942, una fuerza combinada de aviones alemanes e italianos, bombardea nuevamente la isla. El 11 de agosto de 1942, se realiza la Operación Pedestal que culmina con un rotundo éxito para las fuerzas navales italianas con apoyo de la aviación italiana y alemana, que logran prácticamente destruir al convoy de reaprovisionamiento para la isla que estaba pasando momentos muy críticos, en especial por falta de alimentos y combustible. El día 10 de octubre de 1942, se realiza un violento bombardeo de Malta por aviones italianos y alemanes. El 21 de mayo de 1943, la Luftwaffe lleva a cabo un ataque con aviones Fw-190. Finalmente, cuando para Italia la guerra contra los Aliados llegaba a su fin, el 9 de septiembre de 1943, la flota italiana pone rumbo a Malta donde se rinde a las fuerzas británicas. En total, Malta sufrió más de mil ataques aéreos durante la campaña militar.

Vía| Sinelimite