sábado, 7 de febrero de 2009

Los buques que salvaron el tesoro de Inglaterra

Durante los primeros días de junio de 1940 cuando Francia se encontraba próxima a la derrota y ante el temor de una posible invasión de las tropas alemanas de las islas Británicas, Churchill y su gobierno tomaron una decisión respecto a las inversiones privadas: dicha decisión consistía en requisar todos los valores pertenecientes a particulares y enviarlos a Canadá.

La operación debía ser llevada a cabo con el mayor de los secretos, pues de ser conocida la moral del pueblo británico podía resentirse y la posibilidad de que los alemanes supieran de dicha operación constituía un riesgo adicional y peligroso.

Junto a los valores se trasladarían cientos de toneladas de oro y se haría por mar. Por entonces el Atlántico era un océano sumamente peligroso pues los éxitos de los submarinos alemanes hacían de dicho océano su coto particular, y durante ese mes de junio habían hundido 57 buques aliados con un balance de 349.177 toneladas.



El 23 de junio salieron varios trenes en secreto con dirección a Greenock en las riberas del Clyde lugar donde se encontraba el crucero Emerald que era el que debería transportar valores y oro a Canadá y zarparía el día 24 al anochecer. Como curiosidad comentar que el Emerald fue el buque que mayor capital llevó en toda la historia de la navegación.

A últimas horas del atardecer del 24 el Emerald ya tenía en sus bodegas la preciosa carga que superaba la nada despreciable cifra de 500 millones de dólares de entonces, el peso de lo transportado era tan grande que al terminar el viaje baos y refuerzos de cubierta se habían doblado.

El Emerald al mando del capitán Frances Cyril Flynn zarpó escoltado por el destructor Cossack, entre otros, a bordo del cual iba el capitán Vian jefe de la escolta, y con el informe meteorológico de mal tiempo cosa que ocurrió tras abandonar la costa irlandesa para adentrarse en el Atlántico. En el Emerald y al poco de alejarse de la costa, recibieron un mensaje del Almirantazgo que comunicaba la presencia de dos submarinos alemanes en la zona en la que el Emerald se encontraba, por lo cual los destructores se pusieron en alerta para detectar la presencia de tan incómodos “visitantes”. El temporal hizo que los destructores de escolta disminuyeran su velocidad debiendo tomar la determinación de que el Emerald siguiese solo el viaje, pues se consideró más prudente que los escoltas regresaran. El Emerald aumentó su velocidad hasta los 22 nudos, y la velocidad del Emerald unida al temporal que duró tres días, hizo que muchos tripulantes llegaran a marearse. Al cuarto día comenzó a calmar el mal tiempo y el buque pudo aumentar su velocidad a 28 nudos. A las 7,30 de la mañana del día 29 el Emerald llegaba al puerto de Halifax (Canadá) con su preciosa carga, rápidamente el buque fue descargado y el tesoro trasladado a Montreal por ferrocarril.



El 8 de julio a las 12 de la noche zarparon otros cinco buques de diferentes puertos británicos que transportaban un cargamento de oro por un valor de alrededor de 773 millones de dólares y valores por un montante entre éstos y el oro de 1750 millones.

De la desembocadura del Clyde, tal y como hiciera con anterioridad el Emerald, zarparon el acorazado Revenge y el crucero Bonaventure a los que se unieron dos vapores de línea polacos Sobieski y Batory y el Monarch of Bermuda también vapor británico. El grupo iba escoltado por cuatro destructores pues, como en el anterior viaje, tuvieron que cruzar un océano con la peligrosa presencia de los Buhote. El Almirantazgo avisaba oportunamente de las zonas potencialmente peligrosas y el convoy realizaba maniobras de evasión navegando a un tiempo a alta velocidad.

Tras 200 millas en grupo los cuatro destructores abandonaron la escolta regresando a su base.

Cuando ya faltaba la cuarta parte de recorrido el Batory se retrasó por culpa de una avería en sus máquinas, por lo que se le ordenó que se dirigiera al puerto de St. John. Se dio orden al crucero Bonaventure de que lo acompañara hasta que llegara a puerto. Entre niebla y bloques de hielo el Batory y el Bonaventure llegaron a St John y el Bonaventure una vez que se cercioró que el Batory estaba seguro se dirigió a Halifax a toda máquina. El Batory le siguió tras realizar las reparaciones pertinentes. El 13 de julio al anochecer todo el tesoro se encontraba en Halifax siendo en un periodo breve enviado a Ottawa por la Canadian National Express que presentó una factura de un millón de dólares por el transporte.

Posteriormente y en otros envíos de menor cuantía intervinieron buques ingleses, canadienses y polacos llegando a tener Gran Bretaña más de 5000 millones de dólares en oro, acciones y bienes negociables.

El oro fue usado para pagar los suministros enviados a Gran Bretaña por EE.UU. hasta la entrada en vigor de la ley de Préstamo y Arriendo de 1941.

Lo más insólito del asunto es que en los meses en que se transportó el oro, los submarinos alemanes hundieron un total de 134 buques de diversas nacionalidades pero ninguno de los hundidos transportaba oro británico.

Vía| de 1939 a 1945

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